Capítulo 15: Una verdad de la que no se puede escapar.

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Capítulo 15

Una verdad de la que no se puede escapar.


Salir de casa es una misión imposible. Vicens ha doblado la seguridad desde el atentado y eso me complica las cosas. Si antes me descubrían saliendo a hurtadillas, ahora lo van a tener más fácil. Por ello ideo un plan que espero me funcione.

Poco antes de la media noche, envío a una de las chicas del servicio con café para todos. Es de las más bonitas y he visto hasta a Boris darle miradas cuando cree que nadie lo está viendo. Tiene un cuerpo lleno de curvas, unos pechos firmes y grandes, el trasero redondo y una carita angelical rodeada de rizos rubios. Cuando empezó a trabajar con nosotros de inmediato creí que Vincens cambiaría a la tonta secretaria por ella, pero me sorprendió que no la miró más de dos veces y, media hora después, se encerró con la maldita secretaria en el despacho.

Si yo fuese hombre y tuviera a una belleza como esa chica trabajando para mí, por supuesto que intentaría meterme en sus pantalones. Pero no soy hombre y no me gustan las chicas.

Rafa me informa del éxito de mi plan poco después que envío a la chica al estacionamiento, donde está el centro de control y seguridad del edificio. Cada guardia que le toca patrullar esa noche va a la cabina en busca de café e intentan coquetear con la chica. Le pido a Rafa que esté pendiente de que no le hagan nada, soy malvada y quiero a mi esposo muerto, así como a la secretaria, pero no podría cargar con el peso de haber mandado a una inocente directo a los brazos de un violador.

No hay nadie a esta hora deambulando por el lugar, gracias al cielo. En lugar de ir al ascensor, voy a la cocina y abro la puerta del ascensor de servicio. Por aquí no me encontrarán tan fácil los guardias, ellos usan directamente el ascensor principal, este es solo una salida de emergencia para ellos.

Me deja en planta baja, por la parte trasera del edificio, lugar por el que sacan la basura y hacen entregas. Me asomo, asegurándome de que haya nadie alrededor. Suspiro de alivio al ver que el lugar está desierto.

Debería haber al menos dos guardias custodiando esta zona, cualquiera podría entrar y no se darían cuenta a menos que estén vigilando las cámaras. Todos esos idiotas deben estar tan envueltos alrededor de la chica que ni las cámaras están viendo. Eso o Rafa está haciendo de las suyas evitando que me vean salir.

Al llegar al portón alto, pongo la llave electrónica que temprano le robé a la cocinera en el panel y este se abre. Hago una mueca por el ruido y rezo para que nadie lo escuche. Espero unos segundos, escuchando por si hay algún sonido que me indique que vienen a por mí.

No, nadie viene.

Pongo la llave de nuevo en el panel y salgo antes de que el portón se cierre.

Suelto un suspiro, empezando a caminar hacia una calle más habitada donde puede conseguir un taxi.

Cinco minutos después, salgo a una avenida y le saco la mano al primer taxi que veo. Este se detiene frente a mí y subo, mirando hacia atrás. Nadie me siguió.

Soy muy buena escapando.

¿Seré igual de buena regresando a mi cárcel?

Ya veremos.

Le pido al hombre que me lleve a la estación del metro más cercana y me recuesto en el asiento. El lugar en el que me voy a reunir con Mario se encuentra en una zona residencial de Queens, barrio que me queda lejos. Por la hora me será más fácil llegar, en el día puede ser una gran tortura viajar hasta allá. Es una suerte que exista el metro o la gente se tardaría media vida de ir de un extremo de la ciudad al otro.

Evil ©Where stories live. Discover now