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Los dos me miraron extrañados ante tal frase, pero a mi favor he de decir que por más investigaciones que tuvieran sobre mí, a pesar de lo que sepan o no acerca de mi vida, no podían conocerme porque para ello debías estar en mi día a día.

―Yo creo que sí sabemos quién eres ―escupió Agnes con asco―. ¿No, Olivia?

―Sí bueno, por más que me investiguéis o sepáis mis cosas no quiere decir que me conozcáis ―me encogí de hombros.

―Vas muy de subida, ¿no? ―gruñó Malcolm―. ¿Quieres que juguemos? Saquemos toda la mierda que ellos no deben saber.

Malcolm lo dijo con una sonrisa en su cara, pero cabe destacar que soy mil veces más inteligente que él, tenía todo pensado al milímetro y él cabos sueltos.

―Olivia Martin, la chica que hace un año y medio intentó suicidarse y por ello lleva guantes, para ocultar la vergüenza que siente ―dijo Malcolm con una sonrisa de triunfo.

Suspiré soltando por un momento la M16 y subiéndome las mangas de las sudaderas, se apreciaban los dos tatuajes de cada brazo al igual que las líneas cicatrizadas, mi padre y el resto de gente estaba escuchando la conversación con Malcolm gracias a los micrófonos que teníamos en los pinganillos.

―¿Estas cicatrices dices? ―inquirí mirándolo.

―¿Y tus guantes? ―dijo Malcolm furioso.

―En el cajón cogiendo polvo, depende de cuál de ellos en la lavadora... ―dije haciéndome la pensativa―. Igual hay un par en casa de Levi... no lo sé, ¿vosotros lo sabéis?

Esto lo dije mirando a mis compañeros los cuales negaron con una sonrisa en la cara.

Malcolm estaba que echaba chispas, sé que podía soltar demasiadas cosas sobre mí, pero no iba a derrotarme, no podía, se lo debía a mi madre.

―Tendremos que contar lo otro ―contestaba Agnes con pereza.

Volví a sujetar mi M16 mirando fijamente a Agnes.

―Empieza entonces, no tenemos todo el día y tú menos ―dije con cansancio.

―Creo que a la que le queda menos es a ti Olivia, y es una pena... ―hablaba Agnes―. Tan joven y con tantas pocas ganas de vivir, te pareces mucho a tu madre en ese aspecto; me compadezco de Levi y Ariel, que veo que este último aparte de traidor se ha vuelto alguien importante para ti, de mi hijo lo que siento es pena de que se haya enamorado de alguien tan volátil.

Sin pensármelo dos veces le disparé en el hombro a Agnes.

Ella dio un pequeño chillido de dolor y se removió en la silla, no podía hacer nada puesto que estaba atada, pero se le caía una lágrima acerca del dolor.

―¿Vas a hablar o voy a tener que hacerme una fuga de sangre con tu cuerpo? ―inquirí.

Agnes miró a Malcolm, dándole a entender que hablara él, ella estaba demasiado ocupada sufriendo dolor, así que mi arma apuntó a Malcolm.

―Tu madre era demasiado buena, ¿lo sabías? ―dijo Malcolm.

―Dime algo que no sepa ―dije yo molesta.

―Pero no buena tomando decisiones... aún recuerdo cuando le pedí salir y me rechazó alegando que jamás saldría conmigo, yéndose con tu padre ―dijo con asco―. La amaba más de lo que hoy en día amo a Agnes, pero Amelie jamás me quiso como lo hizo con tu padre.

―No sé quién es más imbécil si tú por no aceptar que te rompan el corazón o Agnes por haberse casado contigo ―dije negando con la cabeza.

―La cuestión es que tu madre me odiaba, decía que yo era demasiado cruel con la gente cuando su pareja era Ronan el sanguinario, pero ¿qué podía pensar? Tu madre era igual o peor que él en aquel entonces ―dijo con una risa seca―. Así como eres tú ahora, un corazón de hielo, a veces la mirabas a los ojos y parecían cuencas verdes y vacías.

EL DIABLO TAMBIÉN VISTE DE SEDA || Bilogía DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora