10

5 0 0
                                    

Hunter.

Después de una hora y algo de caminata por el bosque, logramos llegar a mi casa, estaba vacía, lo más probable es que mis padres estuvieran haciendo sus gestiones... Aunque ahora mismo no quería saber cuáles.

Cogí ropa, armas, todo lo necesario para salir de ahí pitando, Ariel me ayudaba a meterlo todo en una bolsa grande de deporte para tardar menos, fue entonces cuando escuchamos voces y la puerta de la entrada abrirse, los dos cruzamos miradas.

―Por la ventana ―susurré.

―Menos mal hay un matorral porque si no sé cómo íbamos a saltar desde aquí ―susurraba Ariel indignado.

―Tírate primero y pilla la bolsa ―dije con prisas.

Ariel pegó un salto, cayendo en el matorral, le tiré la bolsa que pilló al vuelo y acto seguido salté yo, justo cuando mis padres entraban al cuarto y nosotros salíamos corriendo calle abajo, si me vieron no lo sé, pero no había tiempo para mirar atrás.

Al llegar a la casa de Ariel, sus padres corrieron a abrazarle.

―¡Dios mío! ―chillaba su madre, alarmada―. Pensábamos que no volveríamos a verte.

―¿Qué os ha pasado? ―decía su padre mirándonos las pintas.

―No recordamos nada, nos secuestraron, pero no vimos la cara de nadie, ni sabemos nada, nos soltaron hace poco en medio del bosque ―dije yo―. Me quedaré un tiempo aquí si no os importa, claro.

―No pasa nada, un placer tener al hijo del líder en esta casa ―dijo su madre sonriendo―. Anda iros a daros una ducha, ya hablaremos luego.

―Menos mal tengo una litera de lo más grande y bonita ―dijo Ariel riendo―. Instálate en la de arriba mientras me pego una ducha.

Asentí y me metí en su cuarto a vaciar la bolsa, Ariel tenía un cuarto ordenado, pero medio vacío, así que pillé un cajón vacío y coloqué ahí todas mis cosas.

Fui el siguiente en tomarme una ducha, Ariel se fue a por unos bocadillos porque estábamos muertos de hambre, así que cuando salí, me senté en la alfombra con la bandeja de comida, comiendo y bebiendo agua como si no hubiera un mañana.

―¿Sigues teniendo interés en Olivia? ―comentaba Ariel.

―No tengo el interés que te crees ―dije con desdén.

―Es extraño que lo vea hasta tu madre, pero tú no lo veas ―negaba con la cabeza.

―Solo siento curiosidad, es como si a Olivia le rodearan las incógnitas, algo debe pasarle por su mente si se ha dejado ver tan vulnerable frente nosotros ―dije pensativo―. Ella jamás se dejaría ver así.

―No sé cómo esperas que reaccione alguien cuando asesinaron a tu madre hace catorce años y te enteras de todo aquello, no seas tan frío que pareces ella.

―Ahí hay algo Ariel, hay muchos secretos en Olivia Martin ―dije seguro.

―No lo dudo, lo de los guantes no lo entiendo, lo de matarla... todavía menos, ella y Levi lo entendieron, ¿recuerdas que le haya pasado algo como para que llevara guantes? ―dijo mirándome―. Siempre la has tenido controlada, no me vengas con evasivas.

―No iba a ir con evasivas ―puse los ojos en blanco―. No, no sé qué ha podido pasar, hay como algo nubloso en esa parte de ella, bueno en muchas, da igual las veces que intentara pillar por donde va Olivia, nunca esperas nada de lo que hace.

―Ya lo dijeron esos dos, Olivia no es la misma que antes, lo de su madre le marcó de por vida, si hasta su madre temía en lo que podía convertirse su hija... imagínate, igual con su madre sería diferente, pero lo dudo, seguramente el destino de Olivia es ser lo que es ―contestó con simpleza.

EL DIABLO TAMBIÉN VISTE DE SEDA || Bilogía DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora