Leo (Parte 1)

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"¡Dioses! ¡¿Qué pasa?!" se preguntaba Leo, mirando a Jason como si hubiera tomado una sauna en un volcán, y volviéndose a estribor y no ver a ninguno de sus amigos surgir del agua. Su punto débil era el organismo humano, la única máquina que no podía reparar "¡¿Qué podría estar pasando?!". Estaba orgulloso de su sistema de detección de monstruos y dioses posiblemente hostiles, pero no sonó en ningún momento. O sea, no era eso lo que pasaba, ¿o sí? Recordó cómo hace unos instantes nada más, le costaba armar una simple mesa ¡Una simple mesa! ¡Él! Hijo de Hefesto, constructor y reparador de Festo y del Argo II y III ¡¿No podía con una simple mesa que le pidieron sus amigos?! Era demasiado para admitir, así que, pasó horas dando instrucciones confusas a Nico, para que no se diera cuenta. Ahora, dudaba si su falla podría ser lo que diera lugar a estas trágicas consecuencias.

Ya no podía con la incertidumbre, tomó una de las balsas inflables, presionó el inflado rápido y lo arrojó con él adentro antes de que cualquiera pudiera detenerlo y decirle que era mala idea, a mitad de camino... él mismo pensó "es una mala idea", pero afortunadamente, a pesar del duro aterrizaje, no se lastimó gravemente. Miró a los lados, no pasaba nada. De pronto, vio sombras que venían hacia él "¿Son Annabeth y Percy? ¿Son Annabeth y Frank? ¿Son dos focas? Preferentemente, que no sean focas". Sonrió al ver a su amigo Percy surgir del mar, aunque solo sea por unos segundos.

–        ¡Está vivo! ¡Eeeey! ¡Eeeey! ¡Tendremos que aguantar al hijo del dios del mar más tiempo! – gritó Leo para sus amigos de arriba, desde la distancia no se podían distinguir las expresiones, pero a juzgar por los movimientos vitoreantes de las manos, lo pudieron oír.

Se sentó en la balsa. Aguardó unos segundos hasta que sus amigos salieran a la superficie, pero esta vez, solo lo hicieron Annabeth y Frank delfín. No estaba Percy. Annabeth tomó la aleta de Frank y se aproximaron a la balsa.

–        ¡Ey! Dónde está mi amigo mar-eado – preguntó Leo.

–        Está mejor. Jason lo salvó, pero no puede respirar en aire. Debe quedar bajo el agua– respondió Annabeth, que parecía recobrar el aliento... y los latidos de su corazón... y la cordura. 

–        Iiiiii, iiiii, iiiiiii, – dijo Frank.

–        Amigo... – respondió Leo.

Frank delfín se convirtió en Frank de vuelta, se sostuvo como Annabeth por un lado de la balsa.

–        Lo siento, olvidé que no hablan delfín, ejem– se aclaró la voz –también me dijo que no siente sus poderes, apenas pudo comunicarse conmigo.

–        ¡¿Qué diablos está pasando?! – preguntó Annabeth, que pareciera descargar su furia más que realizar una pregunta.

–        Nos convendría debatir arriba, para saber cómo organizarnos– sugirió Leo.

–        No podemos dejar a Percy aquí– espetó Annabeth.

–        Déjame idear algo para que pueda subir con nosotros, pero seguramente necesitaría construirlo.

–        Yo puedo quedarme con Percy – interrumpió Frank – por alguna razón, me siento mejor aquí en el agua... Voy a subirlos y luego regreso junto a Percy.

–        Ok, parece un plan– respondió Annabeth más tranquila.

–        Aviso a Percy lo que vamos a hacer y vuelvo– dijo Frank, girando y convirtiéndose en delfín.

Mientras, Leo ayudaba a Annabeth a subir a la balsa. Annabeth se arrojó a ella, estaba exhausta como si hubiera corrido una maratón perseguida por arpías. En un momento, Frank delfín volvió junto a ellos y se transformó en Frank.

Percy Jackson y la Tormenta en el Olimpo (LIBRO COMPLETO)Where stories live. Discover now