Percy

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Ya estaba casi todo preparado. Las últimas maletas las subía Jason con sus vientos ayudados por Frank convertido en águila.

Un año después de la misión y de vencer a duras penas a Gaia, los siete semidioses abordaban de vuelta el Argo III reconstruido y mejorado por Leo, quien se desvivió con ayuda de sus compañeros de cabaña para armarlo. Afortunadamente, esta misión era mucho más tranquila y menos peligrosa que las anteriores: acompañaban a Jason a cumplir su promesa y visitar los pueblos, dando a conocer los dioses mayores y menores para que se los respete y venere. También aprovechaban para ver el estado de los campamentos, sus necesidades y cómo podían mejorarlas. Consideraban grandioso que pudieran visitarse y tratarse romanos y griegos por igual. De hecho, cuando un romano visitaba el Campamento Mestizo, lo recibían en la cabaña correspondiente a su padre griego, y si los griegos visitaban el Campamento Júpiter, lo recibían en la Cohorte que preferían con la placa de "visitante" en lugar de "probatio", a no ser que cumplieran alguna misión en conjunto.

Percy sentía que el último verano fue increíble, hicieron el juego de la bandera más grande del mundo, griegos versus romanos. Le fue raro hacer equipo con Clarisse, pero le sentó bien ganar. En estos momentos se estaba planteando realizar un torneo anual como los Juegos Olímpicos entre griegos y romanos, aunque el nombre seguía en debate y los Juegos de Guerra debían replantearse porque Quirón se mantenía firme en su decisión de "No muertes" y Término en su "Esos son los términos".

Fue un año tranquilo, para Percy, era el respiro que todos necesitaban. Annabeth y él pudieron visitar en San Francisco al padre de Annabeth, mucho más serenos.  Les hizo volar en su aeroplano, y Percy tuvo que admitir que le dio mucho más miedo que cuando vuela sobre Blackjack. Después visitaron a la mamá de Percy, ambas se asociaron hace bastante tiempo para hacerle bromas, aunque siempre con amor.

Percy apostaba a que el viaje, además de una misión, sería una diversión, porque festejarían el cumpleaños de Leo a bordo. Leo no sabía, era una sorpresa. Sus compañeros de cabaña armaron muchos regalos y, desde luego, sus amigos también. Como no podían subir nada en el bote sin que se diera cuenta, solo le dijeron que era para celebrar la fiesta de cumpleaños sorpresa a Jason, que de hecho también era así. Entonces, Jason ayudaba a subir las cosas para el festejo pensando que era para la fiesta sorpresa de Leo y viceversa. Percy encontraba simpático ver cómo se miraban tratando de ocultar el secreto uno del otro cuando ninguno de los dos sabía la entera verdad.

De pronto, Percy centró la mirada a lo lejos. Él, así como todos, en realidad, esperaban que Nico apareciera en algún momento y se les uniera antes de zarpar. Había dicho que tenía algo que cumplir en el reino de su padre, y prometió que, si lograba terminarlo a tiempo, iría con ellos, aunque ya estaban a minutos de partir y no había rastros de él. 

Una vez que cargaron todo lo necesario, fueron hasta la gran escultura de Cim. La hermana de Percy que casi lo mató el año pasado y luego lo hizo vomitar cerditos por días. La nueva costumbre, gracias a Jason y la experiencia cercana a la muerte de Percy, era de venerarla antes de emprender un viaje. Primeramente, a Percy le pareció una costumbre odiosa para un ser tan egocéntrico, pero al escuchar a los campistas comentar sobre sus viajes tranquilos, cambió de opinión. Cuando amenazaba una tormenta, era cuestión de pedirle a la diosa protección y la concedía, al menos ella cumplía también su promesa.

-        Hola, hermanita querida - murmuró Percy con los ojos cerrados -te agradecería que, de ser posible, no nos mates ni nos tires veneno porcino.

Annabeth lo oyó y le dio un codazo en las costillas.

-        Diosa Cim, da vientos favorables a nuestro viaje y no hagas caso a las irreverencias de Percy, de este tosco me encargo yo.

Percy Jackson y la Tormenta en el Olimpo (LIBRO COMPLETO)Where stories live. Discover now