Annabeth

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Había enfrentado el laberinto más temible de la historia de la humanidad, luchado contra Aracne debajo de Roma estando completamente sola y rescatado la gran estatua en honor a su madre. Había recorrido y escapado del tártaro junto con Percy gracias a un conserje y un gatito, y había enfrentado y vencido a la diosa de la tierra Gaia. Aun así, jamás sintió tanto terror. Percy flotaba con los ojos cerrados. En otra situación sería hermoso. En su elemento no parecía un semidios, parecía un dios. Poderoso. Con sus cabellos bailando en el agua. Él la hacía sentir poderosa también, mirándola con sus ojos verdes y dedicándole una sonrisa. Este ahora no era el caso, estaba pálido como una nube y sus labios azules como si hubiera comido uno de sus pastelitos. Se lo veía débil, a merced de cualquier corriente, tan débil parecía que temía el romperle las costillas con el RPC que podía lograr debido a la presión que ejercía Frank del otro lado. Igual, no surtía efecto. Necesitaba aire y, era evidente que algo pasaba a Jason al entrar al agua, sin embargo, era la única esperanza para Percy. Vio a Jason sufrir desde el primer instante que tocó el agua, se sintió culpable, pero no tenía tiempo, lo tomó de la muñeca y lo guio hasta el otro chico. Frank ballena se alejó inteligentemente antes que Jason diera la descarga eléctrica. Una vez posados los dedos sobre el corazón de Percy, Jason subió rápidamente hacia la superficie, despejando el camino. Annabeth nadaba dirigiéndose hacia Percy, quien, para su temor, continuaba inerte. Sin rastros de movimiento alguno ¿Se había equivocado? ¿Será que Percy tampoco podía respirar bajo el agua? ¿O ya era muy tarde para hacer funcionar su corazón? Aunque era hija de Atenea, ya no podía pensar; no sabía si de la falta de oxígeno o por la desesperación. Solo alcanzó a agitar a Percy, sin muchas esperanzas, cuando, para su sorpresa, le parecía haber escuchado una tos ¿Era su imaginación? Gritó y lo sacudió otra vez. Percy tosió de nuevo. No era su imaginación. Sus ojos se abrían lentamente, dejando ver levemente sus ojos verdes. Todavía parecía un muñeco de trapo, pero logró esbozar una leve sonrisa. Annabeth no se pudo contener, abrazó fuerte a Percy, cuando notó que los brazos de él no la rodeaban de vuelta, lo soltó en seguida. Debía estar muy delicado aún y no quería cortarle la respiración.

Al soltarlo, Percy se dejó caer sobre la espalda de Frank, débil, pero vivo

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Al soltarlo, Percy se dejó caer sobre la espalda de Frank, débil, pero vivo. Annabeth subió a respirar a la superficie, era el aire que necesitaba incorporar y el suspiro de alivio que necesitaba dar. Miró hacia arriba y solo vio al Argo flotando, a nadie más. Se sintió aliviada de que Jason lograra subir, deberían de estar atendiéndolo. Bajó en dirección a Percy. Se lo veía bien, o al menos, mejor que muerto, pero no tenía la fuerza de formar una burbuja para ella, y solo se lograron comunicar por medio de señas.

-        ¿Estás bien? - preguntó Annabeth con sus manos.

-        Mejor - respondió Percy, mostrando los pulgares.   

-        ¿Crees que puedes respirar arriba? - consultó Annabeth moviendo sus manos.

-        No sé, pero puedo intentarlo - eso entendió Annabeth al ver que Percy primero se encogía de hombros y luego extendía sus manos hacia ella.

Se tomaron las manos y juntos fueron a la superficie. Percy quitó la cabeza, solo alcanzó ver a Leo sonriente flotando en la balsa ya que se sumergió en seguida. Annabeth lo siguió.

Percy meneó la cabeza haciendo entender que no podía respirar fuera del agua todavía. "¡Dioses! ¡¿Qué pasa?!" maldijo Annabeth.

Percy Jackson y la Tormenta en el Olimpo (LIBRO COMPLETO)Where stories live. Discover now