ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 9

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Erwin le miró fijamente. — ¿Por qué?

—Yo esperaba que le hicieses la vida un poco más fácil — obviamente, la mujer ha sido muy maltratada. Pero ahora parece que ella siente que tiene que lavar la ropa de los demás en la calle para ganarse su propio camino.

Ella va a ser la presa de cualquier oportunista desagradable de Dawson. ¿Qué la dijiste para que tuviese la impresión de que tenía que trabajar? — El lento y melódico acento de Mike podía cortar como un látigo cuando se sentía molesto por algo.

—¡Ni una maldita cosa! Y ella no va a estar en la calle, respondió Erwin, sorprendido de que Mike se preocupase por su relación con Madison. — Ha sido su idea, no la mía. Me dijo que quiere ganar tanto dinero como pueda.

El abogado tosió, luego respiró jadeante. — ¿Te has preguntado por qué piensa así? Preguntó tras recuperar su aliento.

Erwin sabía muy bien por qué, y la razón le hacía sentirse culpable de alguna manera. Pero no estaba de humor para hablar de la conversación anterior que tuvo con Madison. Se encogió de hombros. — Bueno, ¿qué mujer no quiere dinero? Se preguntó. — Por lo menos ella está dispuesta a trabajar para ello.- Mike se encogió de hombros y bebió otro trago. — Yo no expondría a mi esposa de esa manera.

Sintiéndose acosado por el interrogatorio, Erwin espetó: — ¡Ella no es mi esposa! Desde el primer día que accedió a esta alianza temporal con Madison, tenía la incómoda sospecha de que su amigo veía el acuerdo como algo permanente — Y yo no quiero que lo sea. 

Mike miró a la calle a través de la puerta abierta, como si otra voz lo hubiese llamado. — Erwin, ¿alguna vez piensas en tu propia muerte? - La ira había abandonado su voz.

Intrigado por el cambio de tema, Erwin respondió: — Claro, de vez en cuando.

—¿Probablemente en esas noches que parecen no tener fin, cuando el resto del mundo duerme, pero tú no puedes? Todo tipo de pensamientos tienden a cruzar la mente de una persona en las horas que pertenecen a Morfeo.

Erwin tuvo que admirar la educación clásica de su amigo. — Es cierto, pero no es un tema sobre el que me guste pensar. 

Mike asintió. — Probablemente no. No es algo atractivo en lo que pensar. Sin embargo, casi todo hombre muere lamentándose de algo. - Tocó su delgado pecho. — Mantener este corazón, por defectuoso que sea, todo para mí, es uno de los míos. - Fue como el comentario más franco que jamás había hecho. 

Su mirada oscura y profunda penetraron los ojos de Erwin. — No dejes que sea uno de los tuyos.

ᘛᘚ

Erwin demostró estar en lo cierto. La primera mañana que Madison salió para comenzar su negocio, un enjambre de masculinidad indefensa con ropa sucia batió una trayectoria hacia las tinas como si hubiesen sido evocados por el canto de una sirena. Cómo se supo tan rápido, Madison no lo podía entender. John Willis, su primer cliente, no podía ser el responsable de todo eso.

Ciertamente, cualquier mujer con una tina para lavar y jabón podría entrar en el negocio de la lavandería, y había varias que así lo habían hecho. Pero con treinta mil personas, en su mayoría hombres, en Dawson y alrededores, era más que suficiente trabajo para todas.

𝙻𝚊 𝚂𝚎ñ𝚘𝚛𝚊 𝚂𝚖𝚒𝚝𝚑 | Erwin SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora