Una fantasía inadecuada

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Denny Cowlser

(Capítulo 5)

— ¿Estás preocupado? —Oigo a Eugene preguntarme con curiosidad desde su lugar a un costado de la puerta de mi habitación.

Lo miro mientras termino de cambiarme. No me observa, pero sé que está atento a mi respuesta. Me tomo mi tiempo mientras me coloco unos vaqueros negros, un par de guantes negros que dejan desnudos los dedos y una remera manga larga blanca. Durante esta semana la temperatura ha ido disminuyendo, pero aún no hace el suficiente frío como para abrigarme de más. Aparte, tengo la sospecha de que hoy será un día agitado.

—No mucho —respondo cuando termino de secarme el cabello con una toalla luego de un largo momento. Me dirijo al escritorio para tomar los papeles en los que estuvimos trabajando con Eugene durante gran parte de la mañana y él después de una breve pausa me ayuda.

No dice absolutamente nada durante nuestra caminata a la oficina de mi madre. Se mantiene unos pasos tras de mí, respetuoso, pero sé que en realidad tiene mucho que decir. Es un chismoso.

Al llegar a donde quiero, doy tres suaves toques en la puerta y espero paciente hasta que Elena, mi amada madre, nos abra con una sonrisa.

—Buen día, niños.

Como uno, junto a Eugene realizamos el saludo oficial que representa la mayor muestra de respeto entre miembros de la manada: inclinar la cabeza y llevar la mano derecha, con solo el dedo corazón, índice y anular extendidos, hasta el corazón. Los únicos que no deben realizarlo son los respectivos Alfa y Luna, quienes únicamente responden ante esta muestra moviendo la mano, con los mismos dedos extendidos, de tal forma que baje desde la barbilla hasta el pecho, creando un semicírculo, y que finalice con sus dedos apuntando a quien saluda.

— ¿Terminaron el informe que les encargué? Quiero ver si entre todo este papelerío está lo que ando buscando. Es una lista. Esta semana hay que ir a conseguir los materiales, creo que ya se los dije —nos permite entrar y cierra tras ella. Luego comienza a revolver las hojas.

—Sí, lo mencionaste —le respondo mientras la ayudo con los papeles. Después de unos minutos en los que los tres revisamos todo para hallar la lista, veo una hoja con cosas punteadas—: ¿Esta es la que buscabas? —pregunto extendiéndosela y luego, mientras ella examina el papel, añado—: ¿Aún no llega papá?

Mi padre, Alfa de la manada, salió ayer por la noche rumbo a los límites territoriales para ver cómo está la situación en cada Sector luego de la intromisión de Yunuenko. Muy seguramente fue a reorganizar la manera en que llevan los controles y a regañarlos... es una falta grave lo que ocurrió. Que se les escapen, así como así, varias invasoras y que encima llegaran a la Zona Central... es hasta vergonzoso. Para que entraran, debe haber pasado una de estas tres opciones: una es que los guardias se confiaron mucho y no estuvieron alertas debido a la poca cantidad de ataques a la manada y por ello no vigilaron bien; otra es que estas brujas hayan sido extremadamente sigilosas al escabullirse y, por lo tanto, ni siquiera los oídos de un lobo hubiesen podido percatarse de lo que ocurría; y la otra es que las hayan dejado pasar.

Sinceramente espero que haya sido un error de vigilancia, porque si llegase a ser la tercera opción... mi padre me mandaría a llamar a mí para impartir los castigos.

Pensar en eso no me hace sentir orgulloso. Sé que en toda la manada me tienen un gran respeto por los logros que he conseguido, pero también sé que muchos de estos logros han costado mucha sangre enemiga y eso me ha dado una reputación.

Podré ser un macho amable, respetuoso y que prioriza el cuidado de todos a su alrededor, pero también soy un asesino. Para mantener a salvo a mí pueblo he tenido que purgar manadas de gente malévola y eso no quita el hecho de que fueron vidas que arrebaté.

Inquietante SerenidadWhere stories live. Discover now