C a p í t u l o 23

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Mis ojos vagan durante unos minutos sobre el paisaje mientras saboreo un chupetín. Éste es un caramelo duro y colorido de forma esférica que lleva un palito insertado en el centro del dulce para sostenerlo.

Dos días atrás un niño me regaló tres cuando iba merodeando por el mercado y fue tan evidente mí gusto por la pequeña golosina que Denny me compró un paquete repleto y no he parado de comerlos.

Suspiro con pesadez antes de retirármelo de la boca y girar hacia mis acompañantes.

—Suficiente por hoy —murmuro, ambos me ven al instante con atención—: Es hora de volver, vamos.

Yaniri y Rayco asienten antes de alejarse en direcciones opuestas; yo sigo de largo directamente al pueblo. A los minutos oigo pasos cuidadosos y diviso al resto de los hombres acercándose entre charlas.

Desde hace tres días hemos estado recorriendo el bosque junto a los rastreadores. Necesitaba visualizar el terreno de toda la zona y los muchachos se encargaron de enseñármelo con rapidez. Creí que iba a tomarme más tiempo orientarme en su territorio, pero ha sido sencillo y, si consigo el permiso, podré realizar la cacería mañana mismo.

Ahora es muy temprano en la mañana, todavía no amanece del todo y ya llevamos bastantes horas de expedición. Rafael sugirió que realizáramos nuestro trabajo durante este momento del día para evitar cruzarse a los miembros de la manada e interrumpir sus actividades; no quiere que se alteren por el cambio de acontecimientos.

De todas formas, al llegar al pueblo nos saludan varios habitantes que están preparando comida y puestos de entretenimiento pese a que recién comienza a salir el sol. El buen ambiente comienza a llenar todo a su paso y ni siquiera el frío helado borra la emoción alegre en sus rostros.

Hoy es el Festival Invernal.

Ayer, una señora me explicó bien lo que íbamos a hacer y, por lo que entendí, se supone que hay que armar una estrategia sin que los machos adivinen de qué trata, ya que sabotear la misión está permitido, y llegar al pueblo con todo lo obtenido. El punto es que superemos el desafío atravesando cada obstáculo.

Mientras termino el chupetín me despido de mis acompañantes con un asentimiento antes de girar en otra dirección que me lleva al hospedaje de los Cowlser. No hay nadie en el pasillo cuando entro, Denny y algunos soldados madrugaron para asistir a otra reunión y el resto debe seguir durmiendo o deambulando por ahí. Entro a mi habitación en silencio.

—Buenos días —dice Maikev, a quien hoy le tocó ser niñero de Mako, el cual duerme sobre la cama.

—Hola, me iré a duchar rápido y luego me encargo yo de él —le digo, cogiendo ropa y toalla.

—Bien, no hay problema —responde tranquilo. Salgo de la habitación dirigiéndome al baño. Hago todo lo que debo hacer y cuando ya estoy vestida vuelvo al cuarto y despido a Maikev después de agradecerle.

Comienzo por despertar a Mako mientras busco con qué abrigarme. El conjunto negro de cuerpo completo amoldado a mí figura es cálido debido al grosor del material, pero no me es suficiente, así que me pongo encima una capa larga hasta los tobillos y algo pesada de colores pardos. Cuando ya esto lista y Mako despabilado, nos vamos hacia el comedor público del pueblo donde el resto de las mujeres ya se encuentran esperando.

Algunas me saludan mientras me adentro más en el montón. Nos vamos a dividir en cuatro grupos, tres distractores para que despejen el camino de trampas y desvíen a los machos y a sus jugadas sucias lejos del cuarto grupo, que es en el que estoy incluida y que será el encargado de hacer la misión. Cuando todas recibimos las cosas que necesitaremos, ya sean lanzas, redes de pesca y bolsones donde colocar todo lo capturado, salimos y comenzamos a caminar hacia el bosque. Durante el camino nos cruzamos a varios machos y veo graciosa como se comparten comentarios burlones con las mujeres, la rivalidad fingida muy latente.

Inquietante SerenidadWhere stories live. Discover now