C a p í t u l o 15

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Lo observo en silencio. Las palabras sin poder abrirse paso fuera de mí boca, no por miedo, sino por confusión.

— ¿Tú padre qué opina? —pregunto, concentrada en sus expresiones.

—Luego de almorzar quiere hablar con nosotros —responde, ceñudo ante mi pregunta—. Así que será mejor que nos apresuremos.

Se levanta de su sitio, colocándose cerca para extender su mano, ayudándome a levantar. No paso por alto el apretón y la caricia que me brinda en ella antes de que me suelte, alejándose en dirección a una señora.

Escucho atenta cómo le encarga a la mujer cuidar a Mako unos minutos luego de pedirme autorización. Ella accede, alegre, mientras continúa jugando con otros niños. Denny se voltea a verme y avanza hasta colocarse a un lado, haciéndome un gesto para que comencemos a caminar.

—Cuéntame acerca de los Minfrield —le pido.

—Son una manada aliada en el norte. Tienen acuerdos de comercio con mi padre, por lo que él y el Alfa se conocen de hace muchos años, pero yo me lo he cruzado, cómo mucho, seis veces. Su nombre es Rafael Minfrield —explica, guiándome a través de los caminos.

—Tienen... costumbres distintas, nada de qué alarmarse. Lo mismo pasa con sus miembros, tienen un cuarto menos de licántropos que nosotros, pero ellos, en cambio, están más equipados —añade cuando llegamos al camino principal, donde ya puedo reconocer varias casas.

— ¿Más equipados? —pregunto, sospechando sobre a qué se refiere.

—Tienen cientos de armas de todo tipo. —murmura—. Ellos son los que nos administran el equipamiento especial que los humanos no elaboran. Como las armas con venenos o aquellas que afectan los sentidos.

Asiento, guardando cada palabra en mi cabeza. — ¿Hay alguna cosa sobre la que tenga que ser precavida?

—Conociéndote, no —se ríe entre dientes, abriendo la puerta de la enorme casa de sus padres—: Pero no estaría de más estar alerta para averiguar lo que sea que estén planeando.

Siete distintos olores llegan hasta mí, tensándome, pero me relajo cuando percibo que no se encuentran aquí. El olor es débil, deben haberse retirado del lugar hace una o dos horas.

Subimos las escaleras con cuidado, transitando el largo pasillo hasta llegar a la oficina del Alfa Mark, quien ya nos está esperando junto a Elena, sentados en un largo sillón enfrente de una mesa con papeles. Ambos le sonríen a su hijo en cuanto lo ven atravesar la habitación, asienten en mi dirección, saludándome, una vez que cierro la puerta tras de mí.

— ¿Cómo has estado, Kora? —pregunta la mujer con una sonrisa emocionada y rara en su rostro.

Casi frunzo el ceño ante eso. ¿Desde cuándo tan contenta de verme? Además, su mirada es quisquillosa. Como si se divirtiera cada vez que me observa y luego mira a su hijo.

—Bien.

Sonríe aún más ante mi respuesta, por el rabillo del ojo veo cómo incluso su esposo sonríe tenuemente. Ahí sí que frunzo el ceño, ¿de qué me estoy perdiendo?

—Supongo que Denny te informó sobre los visitantes que arribaron esta mañana, ¿no? —inquiere Mark, haciéndome desviar la atención de su esposa. Asiento.

—Ellos solicitaron que ambos, tú y mi hijo, asistieran lo más pronto posible a su encuentro, allá en su manada. No especificaron nada en concreto porque Rafael prefiere siempre relacionarse en persona para evitar que se filtre información o algo por el estilo, pero él es inteligente, no creo que esté tramando algo por lo que tengamos que preocuparnos.

Inquietante SerenidadWhere stories live. Discover now