C a p í t u l o 13

620 318 12
                                    

Inmóvil y con la respiración dificultosa, espero a que se acerque. Mis entrañas se revuelven de expectación, ansiosas de saber cuál será su próximo movimiento. Sé muy bien que esto no debería de estar ocurriendo, nada en absoluto, pero se siente como una necesidad.

Una orden proveniente desde el mismísimo fondo de mi alma. Pujando contra cada musculo del cuerpo, invitándolo a moverse y dejarse envolver por esos brazos fuertes que se contraen en contención. Pujando por acercarse a él; a Denny.

Cada pensamiento que fluye a toda velocidad dando vueltas en mi cabeza está volviéndome loca. ¿Por qué ha cambiado tanto mi forma de actuar y pensar desde que salí de mi encierro? ¿Por qué se me dificulta tanto detener mis arrebatos? Antes, durante mis años en el aquelarre, nada de esto habría dejado que pasara.

¿Qué hay de la forma en que se acercó a mí la otra vez contra el árbol? Si lo hubiese hecho cualquier otro lo habría despellejado por días, pero a él simplemente se lo dejé pasar. ¿Por qué?

El quedarme aquí ni siquiera lo habría considerado. Proteger y entrenar, nada más y nada menos que a licántropos me hubiese parecido una completa locura. ¿Entonces qué demonios hago aquí? ¿Por qué quiero proteger con tanto fervor a esta manada?

Tiempo. Vivo pensando y diciéndome que el tiempo me lo dirá, pero ¿cuánto más debo esperar? ¿Cuándo sabré las respuestas? ¿Averiguaré qué es lo que me ha cambiado tan drásticamente?

Otro paso silencioso se hace presente muy cerca de donde me encuentro, alertándome, solo para darme cuenta de que el macho frente a mí se ha acercado lo suficiente como para tocar mis pies con los suyos. Su firme y musculoso tórax roza con las puntas sobresalientes de mis pechos, creando una dolorosa y excitante fricción con cada respiración que ambos tomamos.

Lo miro a los ojos, sorprendida de que haya logrado llegar tan cerca de mí y veo la diversión, además del tono oscuro que ahora se tiñe en sus ojos verdes, fruto de las emociones del momento; pero también veo el dolor en ellos cuando mi puño impacta con el centro de su estómago repentinamente.

Jadea y yo hago lo mismo. Él de dolor, yo de estupefacción. Un nuevo sentimiento distinto me parte como lo haría un rayo y me encuentro abriendo los ojos en arrepentimiento.

Verdadera culpa, arrepentimiento y preocupación.

— ¡No fue mi intención! —me encuentro exclamándole, tomándolo de los hombros nerviosa y sin saber muy bien qué hacer mientras él se dobla, sosteniendo con sus manos la zona adolorida.

— ¡Fue por inercia, sin querer! —intento explicarle, siento los huesos de mi mano quejarse por el golpe, no me quiero imaginar cómo debe estar pasándola él.

Me inclino un poco, con el fin de mirarle el rostro como acto reflejo, pero una risa dificultosa llega a mis oídos. Lo miro enderezarse con lentitud y frunzo mis cejas cuando veo que se sigue riendo.

Se yergue por completo, carcajeándose aún más alto cuando me ve a los ojos. Se ríe de mí expresión, de la situación seguramente, y es tan contagioso ese sonido que una pequeña sonrisa se me forma inevitablemente.

Y él la observa con adorada atención, aun sonriente, suavizando su rostro para verme con ojos brillosos.

Niega un poco con la cabeza, pensativo, y luego posa su mano en mi mejilla, acariciándome levemente con el pulgar. Después se inclina con parsimonia, deja un pequeño beso en mi mandíbula y comienza a alejarse con su rostro iluminado, feliz.

Yo me quedo patidifusa.

Estática en mi lugar, lo veo comenzar a caminar por donde vino. Entrecierro los ojos, pero los abro enseguida cuando él voltea hacia mí y me hace una pequeña seña para que lo siga. Avanzo apenas unos pasos cuando me tropiezo un poco, aturdida. Agito mí cabeza, intentando aclararme y no actuar como idiota.

Inquietante SerenidadWhere stories live. Discover now