Capitulo 5

10.1K 807 112
                                    

Kennedy Maserati

¡Qué noche más estresante!
Saben lo que es levantarse a las seis de la mañana para ir a una escuela donde los profesores te detestan, pero los estudiantes te aman.

Si admito que me escuché narcisista, pero es la verdad, algunos me odian otros me aman y eso no me afecta en nada, solo me sube el ego, el cual amo tener.

Luego de despertar y durar veinte minutos asimilando que desperté. No sé cómo hay personas que se levantan como si nada, yo tengo que asimilar hasta quien soy. Entro a bañarme, cepillo mis dientes, lavo mi cara con mis sets de skin porque admitamos, esta carita no se cuida sola. Entro a mi enorme closet, escojo unos jeans anchos y un top corto negro, mis gajas de sol y mi mochila.

Lo más difícil de estas dos semanas ha sido levantarme y elegir ropa para ir a la escuela. En mi escuela cada año hacen actividades como ir en ropa por dos semanas. Usual mente vamos en uniformes, pero a algunas feministas locas empezaron a protestar sobre "Porque las mujeres traemos faldas tan cortas y los hombres pantalones" o "Nos están sexualizando".

Como las odio, ahora por todo quieren hacer protestas, Otros ahora sacaron que no quieren ser generalizados, ahora quieren que les llamemos "Elle" antes que "Ella" porque según no tienen y no se consideran un género. ¡Que estupidez!

Esta generación está quedando loca, padre mío.

~No me juzguen, es que siempre digo lo que pienso, valiéndome madres todo y si te ofendí, lo siento. ~ 

— Buenos días Familia! — grito bajando las escaleras como toda diva aun sabiendo que son las siete y media de la mañana.

— Baja la voz, Dios.

— Pero que mal humor, como te fue con el probable salmón que te dio tu mamita?

— Me la vas a pagar. Cuéntala. — me amenaza, pero la ignoro y camino hacia la cocina cruzando la sala.

— ¿Sabes quién nos llevara hoy a la escuela? — pregunta Tania siguiendo mis pasos.

— No lo sé, creo que mi hermano. — respondo. A mí y a Tania siempre nos ponían el mismo guardaespaldas y como hice que el otro renunciara estamos sin chofer ambas.

Tomó mi capuchino de todas las mañanas y mis galletas de almendra. — Oye quienes están afuera? — pregunto.

— No lo sé, se supone que papá ya debe estar en la empresa.

— ¿Y todos esos hombres? — nos miramos extrañadas y con toda la actitud salgo, dándome cuenta de que había como cincuenta hombres en fila allí. Mi mente se quedó en blanco.

Que recuerde mi padre no tenía tantos hombres, apenas y había unos ocho. Tania se queda parada en la puerta de la entrada y yo camino hacia ellos, los cuales ponen sus ojos inmediatamente en mí.

— ¿Lista? — la voz de Ian aparece y me siento aún más confundida al ver tantos hombres parados como militares.

Ian me toma de la muñeca y Tania nos sigue, subimos a su coche y no dudo en preguntar por ellos.

— Van a vigilar la casa. — se limita a decir.

— ¿Es por a ver sacado de la cárcel a ese hombre, no es cierto? Sabía que esto traería problemas. — hablo algo alterado.

El abismo de Hades: El regreso de un Rey. Ⓒ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora