Lo primero que hago es repararla y es una sala casi igual de la que estábamos, no veo nada diferente, o bueno dos puertas más que no sé qué tendrán.

—Ya vuelvo en un momento, iré por algo que necesito, una enfermera no demora en venir para darte las instrucciones — dice.

—Si señor — dicho eso sale del lugar dejándome sola.

Unos minutos más tarde, una enfermera entra con una bata en la mano.

—Toma y póntela para los estudios, hay un baño donde te puedes cambiar —ordena con mala cara señalando unas puertas — el doctor ya vuelve, para hacerte los exámenes.

Tomó la bata de mala gana y me dirijo hacia el baño, estúpida esta, quien se cree no se supone que tiene que llegar con la mejor actitud.

Ya con la bata puesta salgo del baño y veo que la enfermera ya no veo rastro de ella y agradezco, porque era una amarga. El que sí está de vuelta es el viejito.

Voy y me paro frente al escritorio del doctor mientras él termina de ponerse sus guantes y tapabocas, saca unos tubos y jeringas que puede saber para qué son menos mal, no soy miedosa con las agujas, porque con esa que tiene el la mano me desmayaría.

—Alison siéntate en la camilla, por favor.

Acato la orden, camino los paso de distancia y me recuesto en esta, siento el frío.

—Bueno, antes de todo quiero hacer unas preguntas y luego te contaré los exámenes que te haré, y en horas me darán tu diagnóstico detallado —dice sentándose en la silla que tengo enfrente, mientras saca una hoja y un lapicero.

—Está bien — es lo único que respondo un tanto nerviosa, no sé por qué no puedo articular muchas palabras en este momento y él lo nota.

—Mira Alison, sé que estás asustada, es entendible, para nadie es fácil enterarse de que padeces cáncer —dice y no es que ayude mucho — pero tienes que ser fuerte, porque estas pruebas no va a hacer nada con lo que tendrás que enfrentarte, para salir victoriosa de la leucemia — hace una pausa y mira las hojas que tiene en las manos — así que el mejor consejo que te puedo dar tómatelo como un juego y imagínate que no es real y verás que será llevadero y en un abrir y cerrar de ojos ya no está.

Ay doctor, como quisiera imaginarme lo así, pero no puedo, esto es algo que no es fácil ni de asimilar y llevar. Tampoco estoy en ánimos de contradecir o alegar, solo asiento con la cabeza.

—Tiene razón, lo tomaré en cuenta, gracias por el consejo — le sonrió falsamente y él me la devuelve, pero puedo ver que con lástima y eso es lo que no quiero, solo volteo la cara hacia la pared para no mirarlo.

—Ahora sí, ¿Cómo te has sentido estos días?.

—Normal, como si no tuviera nada — ojalá, eso hubiera sido de verdad y todo solo un mal sueño.

—Puede ser común, el cáncer tiene diferentes formas de manifestarse —dice acomodándose las gafas —¿hace cuánto comenzaste a sentir, dolores de cabeza, sangrados y debilidad en el cuerpo?

Lo pienso por un momento, para recordar desde el día que iniciaron y ahora que lo dice fue hace mucho tiempo.

—Un año, pero eran dolores muy leves y el cansancio, pues como dos meses — hago una pausa para reprenderme mentalmente por dormida y estúpida —el único día que el dolor fue insoportable fue cuando me diagnosticaron esto — digo con rabia al recordar ese día.

—Hace mucho — asiento con la cabeza —. Pero en todo este tiempo, ¿no vomitabas cúmulos de sangre o lo que comías lo devolvías? — pregunta acomodándose el la silla, cruzando una pierna.

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