Capítulo 3

140 18 3
                                    


No sé cuanto tiempo ha pasado, solo sigo hay tirada en el piso, con el puto mareo y dolor de cabeza que me proporcionó la caída, a no verdad  es porque tengo leucemia, bueno de igual forma ya no me importa ni una mierda, lo que sienta. No quiero levantarme, ¿por qué lo haría?,  solo para volverme a estrellarme con la realidad que llevo encima, no gracias, mejor me quedo aquí sentada, así voy conociendo donde estaré desde ahora en el puto suelo frío.

Lo mejor habría sido caerme en la carretera, así me atropellaría un carro o me pasará por encima, haciéndome un favor, ahora ya nada tiene sentido para mí, lo único que me queda es esperar la hora de morir.

Ya no tengo vida, no quiero levantarme he ir donde mis padres porque estoy segura de que ahora me pedirán que haga el tratamiento y no lo quiero hacer, si esto ya está avanzado para que mortificarme y sufrir el ultimo tiempo que me queda.

La vida es una puta mierda, personas que no le hacemos el mal a nadie, que solo queremos vivir sin preocupaciones y estar sanos, nos pasan cosas como estas, a, pero vaya y vea a las que matan, violan, trafica en conclusión malas personas esas si están sanas y salvas.

No quiero decir que es que ellos se merezcan padecer alguna enfermedad, ya que a nadie en el mundo le desearía esto por más malo que sea porque es lo peor que te puede suceder, solo quiero demostrar cómo la vida es una puta injusta.

Es que todavía no creo que esto sea real, hace menos de veinticuatro horas yo era una persona feliz en mi mundo. Cantando a todo pulmón las canciones de Miley, leyendo mi típico libro cliché que me encanta y que a veces me dejan con la estabilidad emocional en la mierda. Pidiendo a gritos un amor como el de los libros mientras sé que nunca pasará, pero igual me hacía bien soñarlo, hasta comiendo mis golosinas favortias, esas pequeñas cosas que para muchos son algo absurdo ,a mí me daban felicidad.

Ahora que puedo decir, soy la persona más infeliz del maldito mundo, tengo cáncer y lo más probable es que me queden semanas, meses o hasta de pronto años para mi muerte. Escuchar esa palabra hace duela, queme y mate sin estarlo. 

Pensar que ya no podré hacerlo que algún día soñé, como ir a un concierto de Miley, ir a la playa por la noche y correr en ella, o montar una bicicleta doble con el amor de mi vida, hasta tomarme por primera vez una maldita cerveza. es seguir abriendo la herida, porque cosas tan absurdas que muchos hacen con normalidad, yo nunca las hice, ya que creía que tendría tiempo para ello, pero me equivoque en todos los sentidos, ahora ya no podre.

No me doy cuenta de que alguien está al frente mío hasta que mueve una mano, para que perciba su presencia.

—¿Te encuentras bien? — pregunta, yo no digo nada, solo sigo en mi travesía ni le he puesto atención quien es, solo mire su mano en mi cara y ya —. Alison tengo un rato llamándote y no me respondes — al decir mi nombre prende mis alarmas logrando que salga de mis pensamientos.

Poso mi vista en el para contestarle, pero las palabras se quedan cortas cuando veo a un chico aproximadamente de mi edad o unos años más, de cabello negro, cara perfilada, y ojos azules brillantes, que me hipnotizan al instante, nuestras miradas conectan y una chispa de electricidad corrió, por todo mi cuerpo.

No sé si fue algún otro síntoma de mi enfermedad u otra cosa, solo sé que estuvo de lo más extraño. Nuestras miradas continúan conectas, como si un imán no dejara que se apartaran, es que siento como esos ojos que parecen cielo me quisieran gritar algo. 

El tiempo sigue detenido por un rato. Hasta que me recuerdo que nunca lo había visto en mi vida y me llamo por mi nombre.

Salgo de mi estado de hipnosis y activó la alarma de peligro de inmediato.

MI ÚLTIMO DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora