Capítulo 12| Ausencia

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—¿¡Por qué me asustas!? —grité aún con mi corazón en la boca, llevando una mano a mi pecho intentando regularizar mi respiración agitada. Exhalando e inhalando.

Él debería estar más molesto que yo, pero con el susto que me dio tengo que agradecer que no me dio un paro.

—¿¡Yo!?—exclamó indignado.

Volteó su cabeza en un movimiento brusco, evitando mi mirada. Sé que quiere hacerse ver molesto, pero ni siquiera el pelirrojo se toma en serio su papel.

Reflexiono las cosas y llegó a la conclusión de que es mejor perdón. Apenada y arrepentida por golpearlo en la mejilla, la cual aún mantenía un tono rojizo, decido disculparme. Él me miró por el rabillo del ojo.

Por pocos segundos una sonrisa altiva se asomó en sus labios. Está jugando conmigo.

—¿Qué voy a hacer? —musitó con dramatismo, colocando su brazo en su frente y el otro en su pecho. Que dramático. Lo miré sin entender a qué se refería, y él lo notó—. ¿Con qué cara voy a llegar a coquetear con las chicas?

Lo miré incrédula, con una ceja alzada al igual que Katherine, hasta que Adelaida se atrevió a hablar.

—Con esa.

—Que graciosa —intervino Abdiel hastiado rodando los ojos. Imite su acción, ahora viendo hacia el centro de la cancha.

Los estudiantes abandonaban la cancha, miré por curiosidad a Katherine de soslayo y pude jurar que a quien miraba era a otro chico. Este era más alto que el que ella nos había mencionado, su cabello era azabache y, aunque no pude verle la cara pude saber su nombre pues estaba escrito en el uniforme del equipo de baloncesto: Demián.

En cambio, el nombre de quien ella hablaba era Meyer. En fin, a ninguno lo conocía.

Ignoré ese hecho, después en sus ojos logré ver un atisbo de desinterés.

Alcé mi brazo revisando en mi muñeca la hora, enfadada al ver qué pronto darían el toque y tendría que pasar horas entre cuatro blancas paredes con mis compañeros y el profesor.

Faltaban tan solo algunas clases para que terminara la jornada escolar, y no había recibido ningún poema por parte de Logan, los cuales se suponían que comenzarían a volverse costumbre. Extraño.

Abdiel seguía con la mano en su mejilla, mirándome molesto. En mi defensa, me asusté.

—¿Por qué te sientas aquí? —inquirió Katherine arisca, aún molesta por lo que supongo es culpa del chico que ella había señalado.

—¿Está prohibido? —replicó con diversión, sonriendo con burla.

Ciertamente no lo estaba, pero de él no esperamos ni recibir los buenos días.

—No, pero rara vez me habías dirigido la palabra.

—Pues ya no más, ahora seré tu gran amigo y mensajero —dice con entusiasmo, levantándose en toda su esbeltez.

Abdiel era un chico alegre, arrogante, coqueto y algo molesto, esa es la impresión que me ha dado hasta ahora. Pero es divertido.

—Bien, ¿algo que anunciar, mensajero? —pregunta Adelaida curiosa, enarcando una ceja al mismo tiempo que apoyaba su cabeza en su mano y a la vez su antebrazo en su rodilla.

Un chico fuera de este mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora