Capítulo 14

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Isabel despertó algo desorientada en una enorme cama y con un hombre frente a ella.
Ni bien vio aquel torso desnudo y bien tonificado reaccionó, recordó de pronto todo lo que había pasado aquel día y a juzgar por la luz que entraba entre medio de las cortinas ya era de noche... O madrugada, sin saber cuánto había dormido.

Y hablando de dormido, el hombre que tenía dormido al frente era su esposo, tanto tiempo soñó con ese momento, aunque bastante diferente, se sentía feliz de que fuera con el único hombre que ha amado con locura.
Lentamente estiró una mano hasta aquel velludo pecho, acaricio suavemente las finas fibras, estaba experimentado con los recuerdos galopando en su memoria, recuerdos de su juventud, de como se encontró así más de una vez después de entregarse a él.

Regresando al presente volvió a mirar a ese hombre, poco a poco fue quitando su mano y con intenciones de levantarse para ponerse más cómoda y dormir, y que seguía con el vestido blanco.
Suspiró, estaba a punto de levantarse pero la mano que reposaba al rededor de su cintura la ciñó a su cuerpo y aún sin abrir los ojos susurró aquel hombre.

—No dejes de tocarme.

—Te desperté —murmuró.

—No... La verdad es que no he dormido nada.

—¿Pasa algo? ¿Algún problema? —recordando la llamada con su asistente.

—Nada malo, solo que mi esposa se durmió en nuestra noche de bodas.

—Yo... Lo siento —apenada —creo que la champaña no era tan buena idea.

—Fue buena idea, pero tal vez fue demasiado una botella. —abriendo los ojos y encontrandose con la mirada brillante de Isabel.

—Tal vez —quedándose sin aliento al ver la intensidad de su mirada.

—Te deseo Isabel... Sé que tu también. —moviendo la mano lentamente en su cintura y así despertando en ella todo lo que antes habi despertado ya. —¿o me equivoco?

— No... No te equivocas —sin quitar la mano de su pecho, hipnotizada por su mirada intensa y profunda.

— Hagamos real este matrimonio

— Ya es real —susurra

— Oficial entonces —se acerca sin más a su boca, con determinación une sus labios con los de ella, siente como le corresponde enseguida. El susurra — ¿esto es un si?

Isabel solamente asiente, se siente incapaz de pronunciar una palabra, estaba conmocionada, nerviosa, no sabía si sería capaz, si estaría al nivel de él y eso le estresó, todo su cuerpo se puso tenso para cuando José Manuel comenzó a recorrerla con sus manos, por lo tanto lo notó.

— Hey, tranquila Isa —la mira —no tiene que ser ahora.

— ¿hablas en serio?

El no deseaba nada más como hacerla suya pero seguía con la cabeza fría, sabía que no se iba a ganar su confianza de un día para otro y debía jugar al caballero — En serio Isa, esto puede esperar.

— Pe... Pero tú —titubea sin saber cómo decirle que seguramente, como hombre, su cuerpo ya había reaccionado.

— ¿yo? Tranquila, yo estoy bien y con una ducha estaré como nuevo. —le da un beso en la frente —si quieres seguir descansando adelante —hace a levantarse.

Isabel se queda callada y hasta baja la mirada.

— No tardaré nada y si quieres te cambias o algo, te invito a cenar... Conozco un lugar que...

— No —levanta la mirada encontrándose —Quiero hcscar real este matrimonio, lo deseo.

José Manuel se quedó callado un momento, sorprendido de que fuese así de directa —¿estás segura? —ella asiente —Está bien, hagamoslo —le sonríe sinceramente y recibe una sonrisa igual, lo hace sentía algo que hace mucho no y lo asusta por ello prefiere usar en lo que se refugio después de ella, el placer, el deseo y la lujuria, dejando de lado la parte del amor.

La mujer de los Álvarez Where stories live. Discover now