Capítulo 5

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Sin nada que hacer

Tres meses después

— ¿Bueno? ¿José? ¿Me escuchas? Tienes que venir al hospital, es tu padre.

Lo único que alcanzó a escuchar fue la maldición que soltó él menor de los Álvarez antes de que este cortara la llamada.

Durante este tiempo la situación en esa casa se había visto muy tensa a pesar de que los integrantes apenas y se topaban. Isabel salía siempre antes de José Manuel al trabajo, desayunaba en su oficina y trataba únicamente con Rubén tanto en casa como en la oficina. Aquel beso que compartieron en la oficina había perturbado su realidad, se creía fuerte, libre de todo sentimientos hacia José Manuel pero una vez más Rubén tenía razón, todavía estaba enamorada de él, que difícil sería.

Salió de sus pensamientos cuando una enfermera la llamó.

— ¿si? Disculpe.

— ¿es usted la esposa de Rubén Álvarez?

— Si, lo soy... ¿Qué pasa? ¿Cómo está él?

— Esa información únicamente puede dársela el médico, en este momento la está esperando, sigame por favor.

Isabel asintió, tomó su abrigo y la siguió con paso firme a pesar de morir de miedo y traer esos tacones desde la primera hora del día.

Eran más 7 y algo de la noche, sabía que José Manuel no estaba en casa pues llamó ahí antes y a decir verdad, cuando lo había llamado hace un momento, le pareció escuchar una chillante voz de mujer ¿saldría con alguien? De solo pensarlo le hirvió la sangre aunque enseguida sacudió su cabeza liberando esos pensamientos, no tenían caso, menos ahora.

— Por aquí señora. -señala la enfermera, abriendo una puerta y sosteniendola para que ella pase.

— Gracias -se adentra- buenas tardes.

— Buenas tardes señora... -levanta la vista el médico para darle su total atención y para sorpresa, se conocían- ¿Isabel?

Sé quedó un momento viéndolo hasta que lo reconoció — ¡Luis! ¡Qué alegría verte!

— Lo mismo digo y que bella estás eh -se acerca dándole un cariñoso abrazo- no creí volver a verte jamás.

— Muchas gracias, tu estás muy guapo y con esa bata blanca, mucho más. Pues yo la verdad tampoco, menos en estas condiciones.

— Es verdad -hace una mueca, la invita a sentarse y luego el toma su lugar- lástima que no pude asistir a la boda, realmente no imaginé que fueses tu cuando me dijeron que Rubén se había casado con una joven y bella mujer... Sobre todo por...

— Si -baja la mirada a sus manos un momento y de nuevo lo mira- ¿va a estar bien?

Se queda callado un momento también — Me temo que no Isa, su cáncer está muy avanzado y el hecho de que no se quiera atender.

— ¿¡CÁNCER!? ¿cáncer has dicho? -realmente impactada, alterada.

— Calma Isa... Mierda, asumí que sabias.

— No... No puede ser, todo lo que ha tenido que pasar solo, porque dudo que José Manuel esté enterado.

— Lo siento mucho pero es una realidad, no hay mucho que hacer, ningún tratamiento hará efecto en tan avanzado estado. Ya mandé a hacer estudios más profundos pero si te soy honesto Isabel, no queda mucho tiempo.

— Dios mio -echa su cabeza a hacia adelante, cubre su rostro con sus manos y se permite llorar porque era en ese momento lo que necesitaba.

Luis al verla así se levanta, se coloca a su lado y primero pone una mano en su hombro — Estarás bien Isa, eres fuerte, no puedes dejar que Rubén te vea así.

La mujer de los Álvarez Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ