Capítulo 6

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Hola, disculpen por
la tardanza 😬

✨Feliz lectura✨

Noticia inesperada

Isabel se encargó de los trámites del funeral y todo lo que ello conllevaba mientras José Manuel se perdió después de la discusión que tuvieron; en su mente daban vuelta las dolorosas palabras del hombre que, tontamente, aún amaba.

No fue muy difícil darse cuenta que aún lo quería, tan sólo le bastó sentir nuevamente su desprecio, ver el dolor de perder a su padre y hasta revivir el suyo propio en esa situación, muchos dirán que es solo empatia pero no, estaba segura que, sino lo amara, no sentiría lo mismo.

— Señora -insistió la trabajadora social.

Isabel sacudió su cabeza escuchando ese llamado — Si, disculpe... -se limpió las lágrimas que se formaron y cayeron sin darse cuenta rápidamente.

— Descuide, la entiendo... -le da una cálida sonrisa- le decía qué, la funeraria está lista para llevar todo a su domicilio.

— Oh, claro... Claro. -toma aire- ahora mismo aviso que van para allá.

— Lamento mucho su perdida, no está sola.

— Gracias -respondió en voz alta pero ella misma se preguntó si en verdad no estaba sola. Lo único que le quedaba se había marchado para jamás volver.

Sin desear pensar más en ello, sacó su teléfono y marcó a la casa. Allí, Carmen no se sorprendió mucho, sin embargo se escuchaba diferente, cortante pero no como comúnmente era con ella. Avisó que estaban en camino para que prepararán el lugar, era lo que Rubén quería, ser despedido en su hogar.

Al colgar soltó el aire que retuvo en sus pulmones, guardó el teléfono y comenzó a caminar hacia el estacionamiento. Había pocos autos y buscó el de José Manuel pero nada, subió a su vehículo, y rápido tomó camino a la casa.

Estaba estacionandose cuando detrás de ella llegó el servicio funerario. Rápidamente bajó y fue a la puerta, misma que abrió de par en par para dejar pasar al que, al final de sus días, fue como un padre para ella.
El nudo en su garganta se hizo más grande al pasar ante sus ojos, dentro del ataúd, a ese ser que creyó eterno, pero que equivocada estaba, una vez más.

Miró de reojo hacia otro lado para evitar romper en llanto y lo que captó su mirada le hizo darse cuenta de muchas cosas, allá, cerca del féretro, se encontraba Carmen, llorando en un silencio abrumador pero no menos sentido, veía su dolor y entendía poco a poco el porqué de su comportamiento para con ella.

De pronto una puerta se abrió, era la del despacho, de allí salió José Manuel, con una botella en la mano, totalmente desaliñado y encaminandose a la caja donde yacía su padre. Apenas llegó se desmoronó ante esta, llorando sin pudor, sin miedo y todos lo dejaban, ni como impedir ese dolor.

Se fue acercando poco a poco a él hasta posar su mano en su espalda, empezó a frotarla dándole apoyo, todo estaba bien hasta que el la miró y de nuevo ese odio se encendió, lo vio en su mirada.

— José Manuel, por favor aquí no, ven. Hablemos.

— No quiero nada contigo. -apretando la quijada.

La mujer de los Álvarez Where stories live. Discover now