Capítulo 12

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— José Manuel ¿aceptas como esposa a Isabel?

— José, te hablan... —espero unos segundo y al no obtener respuesta, insistió — José... Escucha, se que te dije que debía ser pronto pero podemos esperar, sino te sientes listo...

Esas crudas palabras, lo habían devuelto a la realidad que él mismo había creado desde ayer con el comienzo de su farsa de amor por Isabel.

Hablando de ella la miró, la tenía frente a sus ojos, hermosa con ese sencillo vestido blanco que lo hacía más que resaltar su femineidad.

— No, hagamoslo... —mira al oficiador de la misa que era nasa más y nada menos que Elvis Presley o más bien un tipo disfrazado de él. —Disculpe, me es imposible no perderme en ma mirada de esta mujer...

Isabel sonrió sonrojada.

— Acepto.

— Lo entiendo amigo —murmuró y enseguida miró a la dama frente a ellos, eran solo ellos tres en la capilla, una de tantas en medio de esa loca ciudad. — Isabel, ¿aceptas a José Manuel como tu esposo?

Ella no dudó un solo instante, no titubeo, incluso reafirmó su positiva respuesta asintiendo con la cabeza y sonriendo alegremente. José Manuel por un momento se sintió el ser más detestable sobre la tierra, engañarla, viendo en ella tanta dulzura y amor por él. Pero no, dejó de lado esos buenos pensamientos, solo para ocupar su mente los contrarios, resaltando una y otra vez que ella era la única culpable de sus desgracias e iba a pagar.

Todo él se llenó de furia, es por ello que el beso que le propinó, cuando fueron nombrados marido y mujer, fue intenso, casi violento.

El hombre que oficio el enlace llegó a soprenderse, tal como la recién casada, que al principio no correspondió, impactada por la fuerza de ese beso, pero ya antes habían disfrutado de besos así, se pensaba que estaba ansioso por estar con ella, después de muchísimos años.

Elvis carraspeo — Disculpen señores, para el festejo hay hoteles, tenemos un enlace más que brindar a continuación.

Para el término de sus palabras José Manuel ya había separado la boca de la de Isabel, tan violento como había comenzado, Isabel sólo pudo asociarlo con la molestia por la interrupción de Elvis.

— Vamonos —musito Isabel, esperando así evitar una alteración de José Manuel, lo conocía, al menos creía hacerlo por todos los años compartidos juntos en su juventud, sabía lo que era capaz de hacer cuando lo molestaban.

— Vamos —dijo duramente José a Isabel, ella le tomó de la mano, cosa que lo sorprendió pero al verla recordó que estaban casados ahora — Debemos celebrar.

Sonrojada hasta el pecho — Lo sé... —aclaró su voz, que por la excitación se había puesto ronca — brindar.

— Así es... —se esforzó por sonreírle, esperaba que fuera buen actor. En preparatoria salió en una obra de teatro así que, eso debía ser de ayuda.

Agarró su mano con fuerza y se dispusieron a caminar a la salida del recinto.

— Vuelvo a ser la señora Álvarez, que gracioso ¿no? —pisando el primer escalón fuera de la capilla, pero sola, el se había quedado en el umbral, se giró sin saber que había pasado — ¿Qué? ¿Te molestó lo que dije?  Escucha, para que lo sepas, nunca fui la señora Álvarez antes, jamás estuve con tu padre como te lo hice creer a tu regreso, yo quería a Rubén como a un padre, nada más. —José Manuel solo la miraba —por Dios, dime algo.

— No tengo nada que decir al respecto de eso Isabel, prefiero que quede en el olvido que fuiste esposa de mi padre, antes que mía.

Por el tono en que lo dijo le causó molestia — Podré haber sido su esposa, pero no su mujer, a diferencia de ti, que estuviste entre mis piernas muchas veces ¿o se te olvida? Porque creeme que a mi no.

La mujer de los Álvarez Where stories live. Discover now