Capítulo 2

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Dolorosos recuerdos

—La misma... Bienvenido a casa —dijo Isabel mientras se encamina al viejo Álvarez.

—Te guste o no, José Manuel, Isabel es mi esposa ahora, vivirá en esta casa, manejará la empresa familiar que ha esta en fusión con la suya y tu la respetaras.

José Manuel estaba sorprendido por la dureza con la que le hablaba su padre, cómo si no fuera justo el odio que sentía por ella.

Después de la muerte de su hermano Ángel, José Manuel partió de España, el país natal de su padre, con la intención de olvidar todos los acontecimientos que lo llevaron a ser el hombre frío y sin sentimientos que era ahora, ya nada lo unía a ese lugar, mucho menos a su cínico padre.

—Esto es sumamente cínico por parte d ellos dos. Me voy.

—No te iras a ningún sitio, te quedaras en esta casa hasta.

—Muchas gracias padre por tu hospitalidad pero no.

—No te puedes ir porque me voy a retirar de la empresa.

—Pues que se haga cargo tu esposa.

—Y lo hará, no lo dudes.

—¿Entonces? ¿Pará qué me quieres aquí?

—Isabel no podrá sola, no dudo de sus capacidades pero la industria en la que nos movemos sigue siendo muy machista, necesitamos la imagen masculina que desean, al menos por ahora.

—Increíble. —ríe, siendo sarcástico claro—. No soy más que la pantalla de tu increíble nueva esposa.

—Escucha José, sé que no soy santo de tu devoción y no pienso rogarte para que creas en mi, me cansé de eso en el pasado. Pero negocios son negocios y si te niegas a esto, no sólo tu padre o yo perdemos, tú también, dependes de esto tanto como nosotros. Entonces ¿aceptas o te despides de todos tus lujos?

Asombrado por las duras palabras de Isabel y sobre todo su actitud, como si no matara ni una mosca. Miró a su padre y de nuevo a Isabel.

—Necesito descansar.

—Hazlo hijo, espero la fiesta te deje hacerlo. Tu habitación está dispuesta. Seguimos hablando después.

Sin decir una sola palabra salió del despacho, tomando una botella de whisky sin que nadie lo notará y subiendo. Una vez que entró a aquella habitación los recuerdos lo embargaron sin pedir permiso.

Una vez que el nuevo matrimonio se quedó solo, Isabel soltó todo el aire contenido y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Ya mi niña, todo va a estar bien.

—No se como puedes mantener ese optimismo después de ver que me sigue odiando.

—Pero el lo va a entender, ya verás.

—No sé si eso llegue a pasar, lo veo realmente difícil Rubén.

—Tiempo al tiempo hija.

Selló aquella típica frase de él con un beso en su cabeza mientras Isabel se abrazaba a su robusto cuerpo, donde siempre encontraba el consuelo, de un padre.

Más tarde, cuando la fiesta se había terminado y sólo estaba el servicio recogiendo las cosas del jardín, Isabel miraba aquel lugar, donde también vivió momentos muy felices ¿como olvidar que bajo ese árbol José Manuel le propuso matrimonio?

Dió un trago a su copa y se perdió en sus recuerdos, tormentosos recuerdos.

Era una dulce mujer aunque a simple vista sus facciones dejaban creer todo lo contrario. Para sus allegados era un ser que traía luz y alegría a sus vidas, incluso para la vida de José Manuel en su momento, desde que se conocieron en la universidad de finanzas, todo comenzó como una bonita amistad y poco a poco se dieron cuenta que ese amor que sentían no era simplemente de amigos, no tardaron mucho en dar a conocer a todos ese descubrimiento, empezando un noviazgo. Los veranos se volvían eternos para los enamorados siendo de distintas ciudades lo que los llevó a tomar la decisión de casarse, él le dio un anillo aquella noche frente a toda su familia y ella aceptó.
Eran una pareja muy feliz, todos los envidiaban.

La mujer de los Álvarez Where stories live. Discover now