Capítulo 10

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Como anillo al dedo

Dos semanas habían pasado ya desde que José Manuel se había marchado de viaje. Hasta ahora Isabel se había sentido tranquila la mayor parte del tiempo, sin embargo las noches eran su mayor tormento, siempre que estaba a punto de dormir venían a su mente todos esos recuerdos que le impedían cerrar los ojos siquiera, muchos de los momentos felices que pasó a lado de José, pero también repetía una y otra vez el horrible momento que cambió su vida para siempre, producto de Angel.

Esta noche no era la excepción, sumando que la mañana siguiente José Manuel estaría en casa ¿que pasaría? ¿Cómo actuarían? ¿harían de cuenta que nada había pasado? Tal y como sucedió con Carmen, quien, ahora que Isa sabía su secreto la trataba con menos brusquedad ¿o sería por la orden que le dio José para evitar que ella se fuera de esa casa? Y es que un par de veces estuvo tentada, incluso Luis y Fernanda se ofrecieron a ayudarla.
Ese par, eran los únicos que alegraban su día y su vida por completo, habían salido a comer y a cenar varias veces. Luis más de una ocasión le insinuó algo más que una amistad, cosa que rechazó y no era que no le gustara, es un hombre muy atractivo, pero ella necesitaba ese "click", sentir en la piel, como ella suele decir. Aunque Fernanda le dijo que se diera la oportunidad, quizá más tarde ese click se daba y ella sabía que no, porque seguía amando a José.

La mañana agitada llegó, apenas y tomó un café antes de salir de casa para dirigirse a la empresa. Una vez en esta se dedicó a atender clientes, conversar con parte del personal y hasta recibió a una asociación que dejó en claro su deseo de hacer un homenaje a Rubén, quien siempre vio por el bienestar de ellos.

A ella no le extrañó, Rubén fue un hombre totalmente generoso con los suyos y hasta quienes no. Sin dudarlo aceptó la invitación al evento y expresó su apoyo para cualquier cosa que necesitarán.
Al despedir a estas personas se dio cuenta que era la hora del almuerzo y ella había quedado con Fernanda en el café en el que se habían reencontrado, por suerte estaba cerca. Tomó bus bolso y su abrigo pues el cielo no tenía en un aspecto, esperaba que no fuera un mal augurio sobre la llegada de José Manuel.

Salió de de su oficina avisando a su secretaria que iba a comer y que ella hiciera lo mismo, se dirigió al ascensor, esperó este un poco y por fin llegó. Enseguida bajó y salió de la empresa, caminó decidida por la acera hasta llegar al café, que por la hora, estaba lleno, con suerte Fernanda había encontrado lugar y así fue, enseguida vio esos chinos y ojos característicos en ella. Se acercó con una sonrisa hasta ella.

—Hey ¿tienes mucho tiempo esperando? -la saluda con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.

— Oh no descuida, no llegué hace mucho, por suerte estaba libre esta mesa, está bien ¿no?

—si si, perfecta...

Toman asiento e Isabel se despoja de su abrigo y su bolso dejándolo en la silla libre.

—¿pedimos de una vez? - cuestiona la mujer de grandes ojos.

— Si por favor, muero de hambre. No desyauné.

— ¿que? ¿Porque? -dice Fernanda consternada después de llamar a un mesero.

— No me dio tiempo, he tenido una mañana de locos en la oficina y cuando vuelva seguro será igual, sumale a eso que José Manuel llega hoy.

— Ahh ya veo, con razón.

— ¿Qué?

Su amiga estaba punto de contarle su hipótesis cuando el mesero se hizo presente así que ya no pudo en ese momento. Se dispusieron a ordenar pero Isabel estaba ansiosa por saber que pensaba al respecto así que apenas se quedaoen solas otra vez no dudó en asecharla con su cuestionamiento.

La mujer de los Álvarez Место, где живут истории. Откройте их для себя