Capítulo 13

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Estaba furiosa y llena de celos, quiso protestar pero ni una sola palabra salió de su boca a tiempo, vio la rapidez con la que José se separó de ella, pero eso no le importo pues mi siquiera debió haberlo besado.

—Fa... Fabiola, ¿que haces aquí? —limpiandose la boca, nada disimulado.

—Estoy aquí con unas amigas, de compras pero nos tomamos un break para venir a comer... Jamás pensé que te iba a encontrar tan pronto —con los brazos al rededor de su cuello —te extrañé —dice casi como un ronroneo.

Incomodo —Fabiola, por favor —le quita las manos de él y se aleja cuanto puede —mira, te presento a Isabel —mira a esta mujer, aunque deseo no hacerlo, estaba echando chispas, presentía su propia muerte —mi esposa.

—¿esposa? ¿Cómo que esposa? Me dijiste que eras soltero.

—y lo era, en ese entonces, me he casado hoy, hace un rato.

Niega sonriendo —me estas tomando el pelo ¿verdad? —mira a Isabel —¿como alguien así puede ser tu esposa?

—No te permito que te refieras a Isabel de esa manera.

Sé le borra la sonrisa —vaya, pensé que el matrimonio no era para ti.

—Cambie de opinión, Isabel me hizo cambiar de opinión.

—Pues, muchas felicidades —fingiendo una sonrisa —espero su felicidad les dure.

Sin más da media vuelta alejándose a su mesa, pero llena de furia por la tremenda humillación que pasó.

José Manuel se sienta enseguida, mirando a Isabel que ni una palabra había dicho —Gordita por favor, disculpame, no tenía ni idea que ella iba a estar aquí, hace muchísimo que no tenemos contacto, lo nuestro había acabado hace mucho.

Lo mira, claramente enojada —Al parecer no se lo comunicaste muy bien o quizá no tuviste mucho tiempo de decirlo de lo ocupados que estuvieron... Y no me llames así.

—Isabel por favor, amor... Ella no es nada para mi, ahora tu eres mi todo —le toma las manos.

Isabel se libra de ese agarre justo cuando llegan las copas de vino, aprovecha eso. —Gracias —le dice al mesero —mira José Manuel, tuviste tu pasado y yo tuve el mio, pero no voy a aceptar que vengan a humillar me tus múltiples amantes.

—Pero te di tu lugar, te defendí.

—Permitíste que te besara, eso ya es demasiado para mi. La unica —lo mira —escuchame bien... La única, que puede besarte ahora soy yo.

—Pues bésame. —levanta la ceja, retandola directamente.

—No es lugar.

—Eres mi esposa, cualquier lugar es el lugar. Demuestrale a ella que nuestra felicidad va a durar.

—No voy a caer en tus juegos.

—Lo sabía, eres cobarde

—piensa lo que quieras —da un trago a su copa.

—¿y que vas a hacer cuando estemos a solas eh? ¿Qué vas a hacer cuando te busque entre las sábanas? —se acerca a su oido— ¿que vas a hacer cuando recorra con mis manos tu cuerpo, buscando hacerte mía?

Su respiración cambia, apenas y logra tragar lo que había bebido, no se atreve a mirarlo tampoco —Muy fácil, no sucederá, dormiras en otra habitación.

—¿en nuestra noche de bodas? —frunce el ceño y pone una mano en su rodilla bajo la mesa, ella la mueve buscando quitarla pero el la toma con fuerza y hasta la sube un poco por su muslo —eso si que seria muy sospechoso.

La mujer de los Álvarez Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα