Capítulo 1

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Amarga sorpresa

Llegaba a aquella fiesta donde se celebraba la boda de su padre.
¿Quién lo diría? Aquel viejo había logrado atrapar a una mujer joven... ¿Pero a quien engaño? Bien sé que todo es parte de un negocio para fusionar nuestra empresa con otra que desde hace un par de años se había hecho notar en el mercado y hoy en día es una de las que lideran la lista de más importantes del país, incluso en una ocasión, por encima de la nuestra.

Yo me encargo de los negocios en el exterior, desde un amargo episodio del pasado que no había querido volver, hasta ahora ¿cómo perderme tal evento? Qué aunque era sin ceremonia religiosa, yo ya había llegado después de que firmarán las actas, ni como oponerse.

Caminando por aquel jardín donde fui tan feliz, allí di mis primeros pasos, también tuve mi primer caída y ni poder olvidar el primer beso, aquella vez casi me desheredan por, según mi madre, no respetar la casa. De pronto mi sonrisa se borró al recordar que ese jardín también me acompañó en mi momento más triste.
Sacudí la cabeza, no quería recordar eso ahora, era un espléndido día, el sol ya estaba cayendo y lo que quedaba de él iluminaba una cabellera castaña, no pude evitar observarla aunque no muy bien, estaba a tres cuartos desde donde yo estaba parado pero sin duda se apreciar una bella mujer, aquella tenía un cuerpo que cualquiera desearía tocar y a juzgar por su manera de fluir era una mujer con algo más que una cara bonita... Y aquellas piernas, las imaginé a cada lado de mi cadera. Gruñí, no podía estar teniendo fantasías en el jardín, con mucha gente al rededor, en medio de una fiesta solo porque hace más de un año que no estoy con una mujer.

Enseguida tomé una copa de champaña que en ese momento me ofrecía un mesero, tal como a los demás invitados. En ese momento mi padre subió al pequeño escenario donde más tarde tocaría un grupo de música, con micrófono en mano supe que era hora de conocer a mi nueva madrastra. Me acerque lo más que pude, sonriendo.

Él me miró y también sonrió.

-Hijo mío, bienvenido a casa. Gracias por iluminarnos con tu presencia después de mucho tiempo.

Sentí todas las miradas sobre mi y yo, bastante apenado solo me límite a beber de mi copa.

-Guarda un poco para el brindis hijo... Bien, no sólo quiero agradecer a mi hijo sino también a mi preciosa esposa, gracias a Dios es más común este tipo de uniones.

Sabía que lo decía en un doble sentido, no sólo por la edad de ella, según había escuchado rumores, aquella mujer era de mi edad, podría ser mi hermana, mi prima... O mi mujer. ¿Pero que estoy diciendo? Es la esposa de mi padre... Di otro trago en el momento en que el viejo llamaba a su nueva esposa a su lado.

-Y aquí está, la mujer más bella que mis ojos hayan visto.

Miré hacia allá, comencé con los zapatos, hermosos, dignos de una Álvarez, fui subiendo por las piernas e inmediatamente las reconocí, era la mujer que había captado mi atención apenas llegué. Subí un poco más, la redondez de sus caderas se asentaba por aquel bello vestido beige; mi vista continuó subiendo hasta descubrir el angelical rostro de mi madrastra.

¿Angelical? Era el mismo demonio en persona, impresionantemente hermosa pero el demonio. Era inconfundible, esos ojos verdes ¿o eran color miel? Nunca lo supe descifrar pero es cierto que con ellos me hipnotizaba.
Mierda ¿cómo es que seguía teniendo aquella sonrisa divina? No, me voy a volver loco.

¿Cómo era aquello posible? Esa mujer había arruinado su vida por completo y su padre la hacía su esposa. Era el colmo.

Hecho una furia bebí el resto de mi copa apenas el brindis se hizo, la dejé caer al césped y me di la vuelta, dirigiéndome al interior de la casa.

Un momento después sentí la presencia de alguien a mis espaldas, sabía que era él.

-¿que clase de broma es esta? -pregunté sin mirarlo.

- No es lugar para hablar hijo, vamos al despacho.

Lo escuché caminar hacia allá, no era una opción negarse así que lo seguí, llevando mi nuevo vaso con whisky en la mano.
Una vez que entre detrás de él cerré la puerta para dar más privacidad a la conversación.
Caminé un poco más, pero me quedé de pie frente al escritorio de mi padre, él ya se había puesto cómodo en su asiento.

-¿y bien?

-Por Dios papá, es una locura ¿cómo te has atrevido a hacer algo tan bajo? ¿Tan ruin?

-No son más que negocios hijo.

-Entiendo eso ¿pero con ella? Me daría igual si fuese cualquier otra papá pero es ella, la mujer que hizo pedazos mi vida y tu la traes de vuelta a la familia como si nada.

-En primer lugar hijo, negocios son negocios y está fusión nos viene de mil maravillas, en segunda, es mi vida, mi decisión y en tercera, respetala que es mi esposa.

-No puedo, perdoname pero no puedo. Es insol...

Escuché que la puerta se abría y grité sin voltear.

>>¡Que falta de respeto! ¿es que acaso no hay privacidad en esta casa?

-¿esa es la manera de saludar a tu madrastra?

Esa voz, esa voz me estaba hablando nuevamente, no exactamente como lo he soñado todo este tiempo. ¿Pero porque mi cuerpo reacciona así? Es estúpido que después de todo me sienta atraído por ella, me hizo daño y es la esposa de mi padre.

De mi boca salió su nombre sin poderlo pensar mucho.

-Isabel... Isabel Lascurain.

La mujer de los Álvarez Where stories live. Discover now