Su sobrino que pequeño es el mundo, pues tu tío es un viejo mala gente que no fue capaz de decirme en la cara que me iba a morir. Quise decirle, pero no puedo al recordar dos cosas que me deja callada y el dolor de cabeza llega al instante, una porque son los síntomas que me tendré que acostumbrar sin quererlo y dos recordar toda la mierda que se volvió a mi vida, seme salen las lágrimas sin poder tenerlas me duele todo y no hablo de físicamente sino mentalmente.

—Oye ¿porque están llorando? — se acerca un poco más, pasando sus dedos por mi mejilla son cálidos y se sienten bien—si dije algo malo, losiento, no fue mi intención ofenderte ni nada por el estilo — Habla bajito con una voz cálida que me atrae calma.

Me alejo cuando me percato el momento para que aparte sus dedos, lo mejor es tenerlo de lejitos, él frunce en ceño cuando lo hago, pero lo borra al instante y me da otra vez su maldita sonrisa.

Habría preferido que este dolor hubiera sido por alguien que me fuera ofendido o tratado mal y no por el maldito cáncer.

—No te preocupes, no dijiste nada malo, solo estoy un poco sensible es todo, cosas de chica—no quiero que nadie se entere de lo que llevo conmigo.

—Segura, ¿qué estás bien?, por ahora venías ida y como alma sin rumbo — insiste.

Gracias por recordarme que ya no soy nada, no puedo evitar sentirme mal y las lágrimas siguen cayendo, sé que tengo que ser fuerte, pero no lo logro.

—Lo siento joder, solo te hago llorar, mejor me callo — habla el enfermero — para recompensar mi imprudencia que tal si te invito un café.

Stop hay me dijo que me invitaba un café, está loco, literal mi vida amorosa se basa en tener de crush a todos los personajes literarios badboys.

Aunque no sé por qué estoy haciendo estas películas de amor de libro cuando claramente no es nada por el estilo. En alguna otra circunstancia lo más probable era que le hubiera dicho que sí, pero en esta no puedo, solo quiero estar sola.

Todo esto me parece tan patético y feo a la vez, como que apenas me entero de que lo más probable es que me muera, alguien quiere invitarme a tomar un café, para qué iría a perder mi tiempo si ya nada tiene sentido.

Lo mejor que ahora puedo hacer es encerrarme en mi cuarto escuchando y leyendo hasta que llegue mi último día.

—No gracias, ya debo irme — me excuso, no quiero verle a la cara porque sé que se verá débil, vulnerable y comenzará con las preguntas y no quiero nada eso.

—Solo será un café, no demoramos nada, aquí a la vuelta hay uno y vende unos muy deliciosos, y si no lo aceptas pensaré que es mi culpa que estés llorando —insiste, pero simplemente no quiero.

— No, la verdad es que no puedo y no es tu culpa son cosas mías, así que relájate —esta vez le digo mirándolo de frente, por favor solo di que está bien para poder ir.

Pero como Dios no escucha, hace todo lo contrario.

—Porfa solo será un café — dice uniendo sus manos en modo de súplica, y me saca una pequeña risa.

Lo pienso un momento, porque por lo que veo es alguien que no se rinde rápido, ahora puso cara de bebe regañado, es que en verdad de donde salió este hombre.

Sé que primero no debería ir con un extraño que apenas conozco por un café, pero él es el tipo de persona, que desde el primer momento de verle transmite esa confianza increíble y segundo creo que se rendirá.

Así que cómo será solo un café no le veo nada de malo ir para olvidarme un poco de todo, estoy segura de que es un chico que te sacará una risa por algo.

MI ÚLTIMO DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora