Capítulo 9| Indecisión

Börja om från början
                                    

Me levanto de la cama, caminando con mis pies descalzos haciendo contacto contra el frío piso, acercándome a la puerta de mi habitación. Leandro se acerca conmigo a la puerta, escuchando que sucede en la planta baja.

—¿Otra vez? —Suspiro cansada.

—Sí, así que no solo vine a buscar mi sudadera —Se acerca a la estantería a un lado de la puerta, pasando sus dedos por los libros.

—¿No querías quedarte solo?

—Sé que odias sus peleas —musita con tristeza—. Yo también, así que vine a quedarme con mi hermanita.

Se acerca a la mesita de noche a un lado de mi cama, encendiendo la lámpara que se hallaba ahí.

—¿Por qué las luces están apagadas? —Me tira uno de los libros de la estantería en la cara—. Ponte a leer.

Lo miro de mala manera, dejando el libro a un lado mío. No tengo ganas de hacer nada.

Los gritos no tardan en hacerse escuchar, siendo acompañados por el sonido de la fuerte lluvia que cada vez se volvía más densa. Me da la impresión de que en cualquier momento se irá la luz.

Las discusiones no eran una novedad en esta casa, siempre encontraban una cosa por la cual discutir y tanto Leandro como yo lo odiamos. Lo peor es que resultaba inútil altercar contra ellos.

Leandro daba vueltas por mi habitación y, aunque no lo demostrara, yo sabía de sobra que se encontraba igual que yo.

Las pocas lágrimas traicioneras que rodaron por mis mejillas terminaron por alterar más a Leandro, quien se acerca a paso rápido a donde yo estaba, mirándome con preocupación.

—Eres una llorona —menciona.

Se sienta en la orilla de la cama, palpando con su mano el colchón a un lado suyo, haciendo un cortante movimiento de cabeza. Dándome a entender que me sentara a su lado.

—Cállate —Esnifé pasando el dorso de mi sudadera negra por mi nariz.

Me reacomodo sentándome a un lado de Leandro, tirando el libro hacia un lado.

La ventana había permanecido abierta para aportar un poco de aire a la habitación, sin embargo, tenía que llegar Leandro a interrumpir mi momento de Indecisión. Pero ahora los gritos constantes por la discusión me habían ganado.
Soy demasiado sensible.

—Mañana se arreglará —afirma estirando mis mejillas—. Si lloras te ves peor.

—¿Es tu forma de animarme? —Limpio con el dorso de mi sudadera las lágrimas que rodaban por mis mejillas.

—Lloras por todo —Se queda callado un momento—. Ya no deberías preocuparte.

Me levanto de la cama, acercándome a paso lento hacia la puerta de mi habitación.

Al tomar el frío pomo de la puerta me dio un escalofrío por todo el cuerpo, haciéndome dudar al abrirla, pero al final lo hice.

Camino por el pequeño pasillo lleno de cuadros familiares colgados en las paredes de color blanco, con la luz encendida. Sin embargo, comenzaba a dudar si era buena idea.

Un chico fuera de este mundoDär berättelser lever. Upptäck nu