Capítulo 25.

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6 de agosto de 1945.

Derek.

Ya pasaron algunos días desde que Truman amenazó a Japón con destruir el país sí no se rendían, pero siguen peleando. ¿Por qué no pueden simplemente rendirse? Todo sería más fácil y se evitaría la destrucción que quieren causar.

Son cerca de las seis de la mañana, me preparé una taza de café y pan tostado con un poco de jalea. Hace mucho que no me desayunaba eso, tengo un mal presentimiento y los vellos de mis brazos están erizados.

Creo que me alegro de haber escrito una carta a Stiles semanas atrás, más larga que la anterior que le había enviado. Por alguna extraña razón plasmé todo lo que siento por el y que fui el hombre más felíz a su lado en caso de no regresar.

¿Por qué escribo eso? Ni siquiera estoy en campo de batalla.


Decido que es mejor terminar de escribirla y firmarla con un beso que se marca con el color del café que bebía. Pongo una estampilla y el sello personalizado que hay en la oficina, tiene forma de triángulo con tres espirales al final de cada punta. No tengo idea de que sea.

- Talbot, cuida el despacho. Vuelvo en un momento. - ordeno una vez salgo del lugar, cierro la puerta y troto hasta el buzón de la zona militar.

Ya ahí escucho una conversación algo extraña entre dos comandantes. Creo que no debí escucharla. Decían cosas como "La bomba detonará cerca de las ocho de la mañana" y también sobre "¿Cuántas vidas crees que cobre?" Los hombres reían y yo me fui de espaldas.

¿Era enserio que iban a masacrar Japón? Por favor, estamos a nada de ganar y de la nada quieren destruir el país. Necesito parar esto, ¿Pero como? Quizá pueda llegar antes que los bombarderos a Japón. Suena estúpido, pero no pierdo nada.

Corrí hasta el puerto dónde se encontraban varios aviones. Ya ahí se veía vacío, no había ni un alma ¿Habían partido ya? Justo cuando iba a tomar el avión escuché que alguien gritó mi nombre.

- ¡Hey Derek! ¿Qué haces? Stiles está en la radio y quiere conversar contigo. - gritó McCall.

- ¿Qué? ¿De verdad? - grité de alegría y corrí hasta donde estaba Scott.

- Si, sígueme. - sonrió y yo hice caso, caminamos durante algunos minutos hasta una de las oficinas más lejanas de la base militar, parecía estar aislada. Esto está raro, no me siento cómodo. Pero por la voz de Stiles vale todo.

𝐓𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐞́ 𝐞𝐧 1945. | 𝐒𝐭𝐞𝐫𝐞𝐤 |Where stories live. Discover now