〔:🍓:〕「 28 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

801 99 22
                                    

Heizou tan solo había dormido cuatro horas. No porque hubiera regresado a casa tarde —estuvo de vuelta antes de las nueve—, sino porque le costó sobremanera conciliar el sueño. Sara lo había ayudado a sentirse mejor, pero por la noche se descubría llorando a cada rato por todo lo que tenía todavía acumulado.

Se las había apañado para salir de la cama y para ir al instituto. Quería ir al instituto de hecho. Cualquier cosa era mejor que quedarse en casa dejando que las emociones del día anterior lo aplastaran. Así, además, podría ver a Kazuha. Tenía unas ganas enormes de verlo y de reencontrarse con él, de abrazarlo y de volver a decirle que sentía muchísimo haberle gritado el día anterior y recordarle que lo quería más que a nada en el mundo.

Se sentía horrible por no haber respondido ni a sus llamadas ni a sus mensajes y todavía peor se sentía cuando se lo imaginaba en su habitación del hostal, pendiente del móvil a cada segundo por si acaso obtenía noticias de él. Se imaginaba lo preocupado que debía de estar por él y se sentía un desagradecido por haberse portado así.

Pero finalmente, después de haber cruzado el pasillo teniendo que aguantar las miradas que se dirigían a él por lo llamativas que resultaban sus ojeras que casi ocultaban por completo los lunares bajo sus ojos, llegó a las taquillas. Justo como deseaba, allí estaba Kazuha y una sonrisa sincera se dibujó en sus labios nada más verlo allí parado.

Cuando estuvo a su lado, ni siquiera le dijo buenos días como solía hacer. Tan solo buscó su mirada carmesí, encontrándose con la preocupación y el remordimiento reflejados en ellos y, entonces, murmuró:

—Quería pedirte perdón, Kazu. Por haberte gritado ayer, por haberme portado de esa forma... Lo siento.

—Es gracioso, porque yo quería pedirte perdón a ti.

—No tienes nada por lo que disculparte.

—Sí que lo tengo. No estuve acertado con las palabras que usé y empeoré las cosas en vez de mejorarlas. —Suspiró—. Y por eso me gritaste, ¿verdad? La culpa de todo es mía. Lo siento mucho, Heizou.

—La culpa de todo es de mi padre en realidad —gruñó el mayor—. Si no hubiera sido por él, no habría ido llorando a verte, ni habrías fallado al intentar animarme, ni te habría gritado por la frustración, ni ninguno de los dos nos habríamos sentido como unos estúpidos por haberla cagado a nuestra manera.

Kazuha no lo dijo en voz alta, pero estaba de acuerdo. El origen de todo el problema podía remontarse al padre de su novio, sí.

—Entonces... ¿puedo darte un abrazo? —inquirió el peliblanco.

—No tienes ni que preguntármelo —sonrió Heizou, lanzándose a sus brazos—. Por cierto —dijo, con el pelo de Kazuha haciéndole cosquillas en la cara—, perdón también por no haber respondido ni a tus llamadas ni a tus mensajes. No tenía ánimos para coger el móvil.

—Lo supuse, no te preocupes. —Lo estrechó con algo más de fuerza durante unos instantes, esbozando una sonrisa por tenerlo de vuelta.

—Gracias por aguantarme tanto —musitó Heizou. Seguidamente le dio un cariñoso beso en la mejilla—. Te quiero, joder.

La respuesta de Kazuha fue la misma de siempre: un «y yo a ti» en un susurro. Lo estrechó con algo más de fuerza unos instantes antes de liberarlo.

Kazuha lo miró sonriente unos segundos antes de hablar, con esa presencia solemne suya tan característica. La cordialidad en su labios y la dulzura meliflua de su amor reflejada en sus ojos carmesís.

—Estuve pensando en lo que me dijiste —murmuró—, y tenías razón. No siempre se pueden arreglar las cosas... Y no todos los padres son buenos con sus hijos...

Heizou se encogió de hombros.

—Es lo que me ha tocado. ¿Y sabes qué? Quiero que me dé igual lo que piense. Creo que siempre he intentando hacer que se sienta orgulloso de mí, pero no he tenido resultado. Pues ahora que le den, pero de verdad. A partir de ahora voy a dejar de preocuparme por lo que piense y voy a esforzarme para ser yo mismo quien se sienta orgulloso de mí. —Suspiró—. He intentado desesperadamente satisfacerlo, pero ya estoy harto. Voy a centrarme en mi propia felicidad a partir de ahora.

¿Cuántas veces se había propuesto eso? Demasiadas probablemente. Sin embargo, esta vez fue diferente, algo fue diferente, como si haberse visto a sí mismo con el corazón encogido de agonía le hubiera hecho darse cuenta de que sus intentos por cumplir con las expectativas de su padre eran en vano y que no había forma de que lo consiguiera. Tal vez aceptar por fin que no había manera humana de lograrlo haría que dejara de hacerse daño. Quizás asumir el hecho de que estaba eternamente condenado a decepcionarlo haría que dejara de atormentarse por ello. A lo mejor su propia felicidad era la que debería haberle importado desde el principio, sin dejarse influir por la poderosa opinión de su padre.

—Me alegra oír que tienes esa determinación —sonrió Kazuha.

—Es más, ¿tienes planes esta tarde?

—No —titubeó Kazuha—. Pero el jueves tengo que entregar un proyecto y...

—Vente a mi casa —exclamó—. Hagamos los deberes juntos y de paso te echo una mano con el proyecto ese, ¿vale?

—¿Estás seguro? —Le preocupaba que pudiera estar su padre. Tal vez no era buena que fuera si era así.

—Segurísimo. Quiero que mi padre se retuerza de decepción al ver cómo te doy la mano y cómo te abrazo —sonrió. Se moría de ganas de hacerlo en realidad. A lo mejor hasta le acababa gustando eso de "ser un error" a ojos de su padre con sus acciones—. ¿Soy estúpido por querer provocarlo así? ¿O soy valiente? No lo sé. Yo solo quiero ser feliz.

Lo agarró de la mano y tiró de él, pero se detuvo cuando Kazuha opuso resistencia. Luego lo oyó hablando entre risas:

—Espérate, Heizou. Todavía no hemos cogido los libros de las taquillas.

—¡Ah, es verdad! —carcajeó el mayor.

Por Los Siete, de qué buen humor lo ponía hablar con Kazuha. Había llegado al instituto con ganas de desaparecer y ahora estaba ansioso por afrontar las clases. Se veía hasta con ánimos para comerse el mundo.

Serendipia [Heikazu] (High School AU)Where stories live. Discover now