〔:🍓:〕「 24 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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Les costaba mucho despedirse, demasiado incluso. Probablemente se verían al día siguiente; no hacía falta alargarlo tanto ni hacerlo tan dramático. Pero eran dos adolescentes enamorados. ¿Quién iba a tener la osadía de reprocharles ese comportamiento?

—Solo uno más —susurró Heizou antes de darle otro beso a Kazuha—. Bueno, voy a llamar a mi madre para que me recoja.

—¿Hoy no tiene turno de noche?

—No, hoy no. Menos mal. Así puede venir a por mí —añadió, sacando el móvil del bolsillo.

«Menos mal», porque así no tenía que depender de su padre. No era nada nuevo, pero a Heizou no le gustaba pasar tiempo con él. El chico sentía que con tan solo respirar ya lo estaba decepcionando.

La llamada telefónica con su madre fue breve. Le dijo que estaba en el hostal donde se alojaba Kazuha y poco más. En menos de diez minutos habría llegado su madre; en poco más de diez si resultaba que había tráfico.

Los dos habían acordado que ya no habría más besos, pero se dieron cuenta de lo débil que era su voluntad cuando el espacio entre sus bocas volvió a desaparecer hasta que sus labios se encontraron en una nueva ocasión.

—Buenas noches, Kazu —musitó Heizou justo después—. Descansa.

—Sí, tú también, porfa. Buenas noches. Te quiero —sonrió.

Abrió por fin la puerta de su habitación. Por la forma tan lenta en la que lo hizo, si Heizou le hubiera dicho que se esperara un poco más, habría obedecido sin vacilar. Pero el mayor no le dijo nada, así que acabó abriéndola hasta detenerse debajo del umbral.

—Yo a ti también, Kazu. —Agitó la mano en el aire en señal de despedida—. Chao.

Kazuha le devolvió el gesto antes de cerrar la puerta.

Heizou suspiró entonces antes de bajar al aparcamiento del hostal. No podía creerse que acabaran de decirse adiós y que ya quisiera ir a verlo otra vez. Qué absurdo era el amor, qué incoherente y qué caprichoso. Pero a Heizou le gustaba cómo lo hacía sentir, como una hoja a merced del viento. Él fluía con esos sentimientos hacia donde lo llevaran. Siempre lo conducían a Kazuha de todas formas.

Se entretuvo releyendo algunos sueños que tenía apuntados en su aplicación de Notas hasta que vio el coche negro de su madre entrando al aparcamiento del hostal. En cuanto la vio, guardó el móvil y se acercó al vehículo.

—¿Qué tal, cariño? ¿Cómo lo habéis pasado? —le preguntó su madre mientras Heizou se sentaba en el asiento del copiloto.

—Bien, bien.

—¿Qué película habéis visto?

Heizou se rio. Él solo había llegado a ver media película.

Final de la eutimia onírica. Está bastante bien y el final es muy bueno. Los efectos son espectaculares; son lo que más me ha gustado. —Se puso el cinturón de seguridad—. Oh, y Yoimiya ha traído unas cosas... Uhm... Dijo el nombre pero ya no me acuerdo. Son unos palitos que al prenderlos sueltan chispas frías hasta que se consumen. Bengalas de no sé qué dijo...

—¿Bengalas de fuego de frío? —adivinó su madre.

—Sí, de esas. Y bueno, luego acompañé a Kazuha hasta el hostal. No quería que se fuera solo. Nos lo hemos pasado todos muy bien, sí.

La mujer miró a través de la ventanilla, observando el hostal donde vivía Kazuha. Una sonrisa se dibujó a continuación en sus labios.

—Y... ¿le has dicho ya a tu padre que estás saliendo con Kazuha? —Ella ya lo sabía, pues Heizou tenía más confianza con ella que con su padre.

Heizou frunció los labios.

—¿Para qué? ¿Para que me diga que me apoya pero que en sus ojos pueda ver que en realidad no aprueba que estemos juntos? No me apetece.

El coche se puso por fin en marcha, haciendo que su madre no tuviera más remedio que prestar atención plena a la carretera mientras seguían conversando.

—Es tu padre, Heizou.

—Ya, bueno, ¿y qué?

—Pues que él también tiene derecho a saber de ti. ¿Sabes qué me dijo cuando llegó del trabajo hoy?

—¿El qué?

—Me preguntó que dónde estabas. No sabía que habías quedado con tus amigos. Y se enfadó porque no ha sido la primera vez que ocurre. No le cuentas nada.

—Ya, bueno —rezongó.

A Heizou no le apetecía nada tener esa conversación justo en ese momento. Ni en ese momento ni nunca en realidad. Cierto era que jamás le hablaba a su padre sobre sus amigos, sobre cuándo salía o sobre cualquier cosa acerca de él. Tenía miedo de ver de nuevo el desacuerdo reflejado en sus ojos.

—Deberías hablar con él —insistió su madre, esperando a que el semáforo cambiara a verde—. Sentarte con él y decirle que estás saliendo con Kazuha y tal.

—Ya, ya.

—Es mejor que se lo digas tú antes de que se lo diga yo o se entere por otro lado. Luego discute conmigo cuando no le cuentas las cosas y soy yo la que tiene que cargar con el muerto. —Esta vez sonó como si lo estuviera regañando—. Es tu padre, Heizou.

—Yaaa —gruñó, encogiéndose contra la puerta del vehículo, harto de estar hablando de eso.

No había dicho otra cosa aparte de «ya» y «bueno» en toda la conversación, pero las ideas y los pensamientos se le acumulaban en la cabeza. Había tantas cosas que quería decir pero que se obligó a callar... Sentía que no valdría la pena y que probablemente solo empeoraría las cosas. Sentía que nadie lo tomaría en serio y que dirían que esa tirria que le tenía a su padre era solo un producto injustificado provocado por la edad. Él no lo sentía así; él sabía cuáles eran sus motivos para no estar cómodo hablando con su padre, ya fuera sobre su relación con Kazuha, sobre sus amigos, sobre sus aficiones o ambiciones: el enorme miedo a decepcionarlo todavía más, la horrible sensación de no cumplir con sus expectativas y el doloroso sentimiento de sentir que todo estaba mal con él por no ser como su padre esperaba que fuera. Esas eran sus razones, ¿pero a quién le importaban?

* * *

Mientras se duchaba, con el agua caliente deslizándose por su piel y relajándole todos los músculos del cuerpo, Heizou pensó en lo que su madre le había dicho en el coche.

Él de verdad deseaba poder hablarle a su padre sobre su relación con Kazuha. De verdad que sí. Soñaba con contárselo y verlo sonreír, feliz por él. Pero algo, su infalible intuición, le advertía que eso era una utopía fantástica e irreal y que la realidad le haría daño.

Las buenas palabras vacías de su padre y su mirada llena de decepción se clavarían en la piel de Heizou como puñales y volverían a desgarrarlo desde dentro, haciendo que volviera a sentirse de nuevo mal consigo mismo por defraudar a su padre en una nueva ocasión.

Porque ya intuía que lo defraudaría por estar saliendo con Kazuha, por haberse enamorado de él, de un chico.

Serendipia [Heikazu] (High School AU)Where stories live. Discover now