〔:🍓:〕「 10 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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¿Valía la pena levantarse de la cama?

Levantarse de la cama, desayunar, vestirse e ir a clase... Parecía todo tan prescindible, tan vacío. Tan inútil. ¿Para qué? ¿Para qué levantarse de la cama, desayunar, vestirse e ir a clase si ya no estaba Tomo, si ya las tardes se iban a volver grises y largas sin su sonrisa y sin su entusiasmo? ¿Para qué, si ya no tenía a su mejor amigo con él?

Kazuha estaba completamente desganado y sin ánimos. Portándose como un arma, su propia mente lo bombardeó con imágenes y situaciones a las que no quería enfrentarse que hicieron que se sintiera incluso peor: «¿Te pasa algo?», le preguntaba Gorou; «¿Va todo bien?», le decía Kokomi; «¿Estás bien?», se preocupaba Heizou.

Pero no pudo hacer nada más que sentirse mal por ellos, por preocuparlos. Por mucho que quisiera levantarse y verse con ellos, sus ánimos no daban para soportar todo un día de clases en bachillerato. No era lo que quería, pero era lo único que su cansada mente podía aguantar, así que se quedó en la cama, dejando incluso que se le escapara alguna que otra lágrima para la que no era capaz siquiera de oponer resistencia.

* * *

El día pasó. Se le hizo tan largo que sentía que había estado semanas sin moverse de la cama, tan gris que creyó incluso que la lluvia estaba cayendo al otro lado de su ventana. Pero no era así; fuera brillaba un sol radiante que contrastaba con lo apagado que estaba Kazuha y con el frío que sentía en el pecho.

Tampoco quería dejar que la desolación lo aplastara, así que al día siguiente logró convencerse de ir a clases. Faltar más días tendría consecuencias en sus estudios, perdiéndose explicaciones y demás; pero aparte pensó también que quizá ver a sus amigos lo animaría. Especialmente a Heizou, que hablaba tanto que lo distraía de todo lo malo.

Todo transcurrió con normalidad hasta la hora del recreo. Tanto Gorou como Heizou se preocuparon por la ausencia de Kazuha el día anterior, así como Kokomi, Lumine y Aether le preguntaron si querían que le pasaran los apuntes. Le habían escrito por mensaje la tarde anterior, pero Kazuha no había tocado el móvil en todo el día. Se lo había pasado en la cama, sin comer siquiera, llorando de vez en cuando y dando pequeñas cabezadas de las que se despertaba incluso peor.

Gorou había estado todo el rato observando con disimulo la expresión de Kazuha. Una sonrisa se dibujaba en su rostro, amplia y bonita, y sus gestos y palabras eran tan gráciles y cordiales como siempre. Sin embargo, a Gorou le daba la sensación de que algo no iba del todo bien. Por mucho que Kazuha sonriera, por muy animado que pareciera que estaba, Gorou estaba seguro de que algo iba mal, de que su amigo no lo estaba pasando tan bien como quería hacerle pensar, de que su ausencia en clases el día anterior no se debía solo a un dolor de cabeza como había asegurado. Olía que algo no iba bien.

Por eso, en cuanto Heizou anunció que se iba a pasar el resto del recreo en la biblioteca acompañado por Aether, y Lumine y Kokomi fueron al baño, el castaño vio su oportunidad para hablar a solas con Kazuha. Lo conocía lo suficiente como para saber que alguna preocupación le daba vueltas por la cabeza. Su sonrisa podría disimularlo todo lo que él quisiera, pero en sus ojos se reflejaba que Gorou llevaba razón en cuanto a sus sospechas.

—¿Te pasa algo? —le preguntó, siendo más suave que de costumbre—. Me da la impresión de que... no estás... del todo bien, Kazuha...

El peliblanco lo miró un instante, pero apartó la mirada enseguida al ver en sus ojos turquesas lo que más temía ver: preocupación.

—Tomo ha...

Suspiró. Era tan duro decirlo, tan difícil aceptar que ya no estaba, tan doloroso sentir que no había podido despedirse de él en condiciones. Pero aun así, aguantando la presión de la desolación en su pecho, le contó a Gorou lo que quería saber, dándole la amarga noticia con toda la suavidad que podía, en contraste con la forma tan abrupta y repentina con la que él había tenido que hacerle frente.

Gorou se quedó petrificado cuando Kazuha le contó lo ocurrido con Tomo. El capitán del equipo de balonmano estaba al corriente del deplorable estado de salud de Tomo, pero honestamente, desde el fondo de su corazón, siempre creyó que el chico saldría adelante. La dura noticia cayó sobre él como una jarra de agua helada.

–Por Los Siete —murmuró—. Lo siento muchísimo, yo... —No sabía qué decir; no sabía qué más podía decir.

Kazuha permaneció en silencio, con los hombros hundidos, decaído, desolado. Destrozado.

—No esperaba esto —titubeó Gorou—. Si necesitas cualquier cosa, puedes contar conmigo, ya lo sabes. Imagino cómo estás, así que si puedo hacer algo por ti, no dudes en decírmelo. —Esperó a que su amigo levantara la vista y lo mirara a los ojos—. ¿De acuerdo, Kazuha?

El peliblanco asintió.

—Ya lo sé. Pero estoy bien, no te preocupes por mí.

Y como si esa fuera la prueba definitiva, le sonrió. Le mostró esa sonrisa suya tan dulce y tan amplia que disimulaba lo destrozado que estaba tan bien... Sentía que su corazón estaba hecho de cristal y que con cada sonrisa se agrietaba un poco más. Y algún día terminaría de romperse y hacerse añicos.

Kazuha era un chico fuerte, capaz de superar rápidamente cualquier obstáculo. Levantaría cabeza, estaba seguro de ello aunque le costara darse cuenta de su propia fortaleza. Lo que estaba en realidad era cansado, cansado de que la vida no hiciera más que arrebatarle cosas: la reputación del apellido Kaedehara, la empresa familiar, su madre cuando no era más que un crío, su padre hacía menos de un año y ahora también Tomo. Estaba tan cansado de tener que ser fuerte que quizá por eso, sumado al hecho de que había perdido a su mejor amigo, esta vez estaba más derrumbado que las ocasiones anteriores.

Tener que ser fuerte era tan agotador...

Serendipia [Heikazu] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora