❆ XXXI: Sentidos dominados ❆

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—Amor.

—¿Mhmm?

—Quieta.

Observo su rostro acalorado.

—Quiero que me llenes.

—No seas impaciente —suelto una risa leve.

—¿Impaciente? —Gruñe.

—Impaciente, lo contrario a tener paciencia —sonrío ampliamente.

—¿Esta es tu venganza?

Asiento.

Jadea, removiendose debajo de mí, haciéndome flaquear.

—Esta es mi venganza.

Una sonrisa dulce estira sus labios. Sus párpados se cierran y guarda silencio. Con las manos sobre su cabeza, ofreciéndome sus pechos, ofreciéndome su piel exquisita, sus labios, toda ella, está doblegandose a mi antojo.

¿Y qué haré yo ante eso?

—Voy a entregarte cada célula de mi ser, mujer.

Su sonrisa se amplía.

—¿Cambiaste de opinión?

—Me vas a volver loco, fiera.

Clavo mi mirada en la suya cuando abre los ojos. Inclino el rostro hasta que no tengo la hermosa vista de sus ojos desbordando amor y beso sus pechos, deleitándome con el sabor de su piel en mi paladar.

—Aleksandre…

Escuchar mi nombre de sus labios junto a su respiración entrecortada provoca reacciones en todo mi cuerpo, satisface mi cerebro y mi alma, me hace sentir un cosquilleo en la nuca que va descendiendo por mi columna vertebral hasta provocarme una especie de electricidad demasiado satisfactoria e hipnotizante.

Gruño cuando tira de mi pelo y enreda sus piernas en mis caderas, presionandome más contra sí. Reclamo sus labios, saboreo y succiono, sabiendo que cada vez que la hago mía ella se impregna más en todos mis sentidos. Sabiendo que el esfuerzo sobrenatural por llevar un buen ritmo y no descontrolarme vale la pena.

—Alek.

—Desde ahora quiero ser solo Aleksandre para ti, mi reina.

Es entonces cuando detengo el momento de tortura y uno nuestros cuerpos, precisamente para callar lo que pretendía replicar y para complacer el más insaciable de todos sus deseos.

Me deleito provocándole placer hasta sentir como sus músculos internos se contraen nublando mis sentidos.

Minutos después... algo vibra en mí cuando se arquea ante la llegada de su orgasmo.

La beso.

Y no paro de besarla.

Parpadeo varias veces, complacido por verla complacida. Cubro su cuerpo con el mío sin que sea un acto sexual, pero de igual forma siento las repercusiones en mi entrepierna.

Hago que quedemos cara a cara y que nuestras pieles rocen mientras observo sus ojos danzar sobre mi rostro.

—Preciosa, poderosa, encantadora, rebelde… y mía.

Carraspea adoptando una expresión de embeleso que nos hace sonreír a ambos. Lleva sus manos a mi nuca para luego meter sus dedos entre mis cabellos y acariciarme.

—Me halaga, señor.

Suelto una risa leve y me preparo para el tornado de sensaciones en cuanto una sonrisa ladeada y sexy se adueña de sus labios.

Insumisión © [+18] ✓Where stories live. Discover now