20 | Apariencias.

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Recostado contra el sofá de la sala, Jhon meditaba sobre lo que había pasado con Heidy. Aunque había sido hace días, no podía dejar de sentirse culpable. Había ido a calmar las aguas, a liberar la culpa de sí mismo. Pero no lo había logrado. Violeta intentaba hacer aros de humo en el sillón de enfrente.

— Ese olor a humo no me lo aguanto, Violeta. — se quejó, esparciendo con su mano, la nube blancuzca que se avecinaba sobre sí. Su amiga hizo caso omiso y prosiguió a intentarlo una vez más. — Te juro que me voy si sigues fumando esa mierda.

—Pero alguien está de mal humor hoy. — Comentó indiferente, apagando el cigarrillo en el cenicero. Estiró sus piernas y las tiró sobre las piernas de su amigo. — Confiésate, hijo.

—Déjame en paz, de verdad. No estoy de ánimo.

—Bueno, puedes ser un idiota con Heidy, puedes ser un idiota con tu hermano, con tu noviecita nueva, pero conmigo olvídate. —el tono de voz exasperado de Violeta, puso a Jhon en su lugar nuevamente.

Por alguna razón, no le gustaba verla enojada. Violeta se había convertido en su talón de Aquiles, la amaba como a una hermana. La amistad que tenían era extrañamente importante para él. Fuera de quererla y apreciarla, la necesitaba. Recordaba cómo se había conseguido ese puesto tan importante.

Habían sido vecinos, de niños. Jhon tenía malas amistades, que solían guardar las cosas ilegales que conseguían en su patio, hasta que su madre lo descubrió y la golpiza que le dio, fuera de ser dolorosa, había sido humillante. Lo que siguió a esto, fue una serie de demandas, tutelas, amenazas, retos delante de todo el mundo.

Violeta, con aproximadamente diez años, le había defendido de una forma tan entregada, que había llegado a pelear varias veces. La recordaba rasguñada, amoratada, llorosa detrás de su madre. 

Por supuesto que al principio, todos creyeron que eran novios. Jhon se había sentido interesado románticamente en ella, pero por unas cortas semanas, confundiendo el amor con la admiración. Esa era la verdad, su versión adolescente había batallado para dibujar la línea que limitaba lo uno, con lo otro. Ciertamente, Jhon la quería, la respetaba, la admiraba. Nunca le preguntó por qué había hecho todo eso por él, pero le bastaba ser agradecido. Ahora, Violeta era su hermana y la amaba.

— Me siento mal.

— ¿Es por Heidy o por... Cómo es su nombre? — La chica de cabello tinturado, le bajó el volumen a la televisión. Jhon jugó con las mallas de sus piernas, hasta que tiró de ellas y al rebotar, la lastimaron. Se rió. — Vete al infierno.

— Por Heidy. Fui una mala persona con ella y no lo merecía.

—Le pediste perdón, de verdad lo lamentas, puedo verlo. — Violeta se re acomodó, juntando su hombro con el de él. — Ella no es una santa, Jhon.

Él guardó silencio, desviando la mirada a la película. Violeta bailó en el sofá al ritmo del soundtrack. Jhon medio sonrió.

— Supongo que tienes razón, pero basta de mí ¿Qué te pasa a ti?

— ¿De qué?

—Hace días te noto rara.

— ¿Rara? ¿Cómo rara? No entiendo, rara ¿Por qué? No.

Se puso de pie y se acomodó la ropa y ató su cabello. Jhon se quedó estático por su repentino cambio de humor. La miró extrañado, esperando que ella dijera algo más, pero no, se abrazó a sí misma y miró por la ventana.

— Tengo novio.

Jhon arqueó las cejas y soltó una carcajada. Violeta se giró y le atacó con la mirada. Nicolás apareció repentinamente, estaba vestido elegantemente, con una rosa roja en el bolsillo delantero de su traje de vestir. Jhon le miró y con una estocada final, se tomó el estómago sin poder resistir la risa.

Violeta silbó, halagando a su hermano mientras este fruncía los labios. Abrió el horno microondas y sacó un plato de comida. Jhon seguía luchando con su risa desenfrenada, se puso de pie y limpió restos de lágrimas.

—Ustedes me van a matar— comentó con esfuerzo, recuperándose. — No sé qué me mata más, Nicolás vestido como si se fuera a casar o tú, con tu supuesto novio.

— ¿Ese chico era tu novio? — indagó Nicolás, procediendo a sentarse en el sofá.

— ¿Qué chico? — Preguntó Jhon con más seriedad, desvaneciéndose sus ganas de reír.

— ¡Ninguno! ¡Cierren la boca los dos! — Espetó Violeta, pegando las manos a su cuerpo imponiendo orden— ¿Por qué estás vestido como un rabino?

Jhon, en otras circunstancias, se habría reído del apodo; sin embargo, estaba muy serio pensando en "el chico".

— Hay un servicio de boda hoy en la iglesia. — Balbuceó, con timidez. —Tienes que dejar de meter ese chico, mamá se dará cuenta.

— Nicolás...

— ¿Qué maldito chico? — Jhon preguntó con más demanda.

—Mi novio, te lo acabo de decir.

— ¿Cómo que tienes novio? ¿Quién demonios es? — Nicolás hubiera querido no reírse por la maldición — ¿Por qué yo no sabía?

—Porque no es... sólo tenemos sexo.

— Okay, no quiero oír esto, yo me voy ya. —Nicolás se paró como un resorte y salió disparado de la estancia.

Una vez quedaron a solas, Jhon presionó con su mirada. Violeta rodó los ojos y se acercó, rodeando sus hombros con las manos. Su amigo se resistió ofendido y ella le dio un beso en la mejilla.

— Ese es el problema — puntuó, sintiendo cómo se relajaba su temple —. No me siento yo misma. Quería probar que no soy lo que creo que soy, pero fracasé.

Jhon exploró todo su rostro como un escáner. Miró sus labios pintados de rojo berenjena y recordó vagamente el beso que se habían dado años atrás, en los que había estado confundido.

—¿Recuerdas esa vez en la que nos besamos? — Violeta no pudo resistir a ruborizarse y luego sonrió. — Desde el mismo instante en que sentí tus labios, supe que esa persona no eras tú.

Atemorizada, dirigió sus ojos a él y lo observó. Jhon dejó un casto beso en la frente.

— No pretendas ser alguien que no eres.

Las lágrimas se agruparon y cayeron, humedeciendo sus mejillas. Se sintió vulnerable, expuesta.

— Si mis padres se enteran o Nicolás... No quiero decepcionarlos. — Sollozó, sorbiendo por la nariz.

— Violeta, no vas a decepcionar a nadie. — Limpió las lágrimas, viendo el rojizo de su mirada. — Nadie va a lastimarte, lo prometo.

VORÁGINE Y COMPULSIVO │EN PROCESOWhere stories live. Discover now