03 | Pecados.

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Habían transcurrido dos días de la extraña presentación de Marcos y para Helen eso había sido tan supremamente curioso, que no podía dejar de pensar en ello. 

¿Por qué lo había hecho? ¿Era una apuesta? ¿Lo retaron sus amigos? ¿Realmente tenía intensiones de conocerla?

Helen hizo una mueca de desagrado, empujando lejos en su mente el cuestionario que cada vez crecía más. Acomodó el bordado de su falda sobre sus rodillas, buscando cubrirlas del sol. No era de tez muy blanca, pero sí sensible. Podía sentir el rubor difundiéndose por su cara y la gota de sudor escurriéndose por su cien. Le picó la cicatriz y se rascó.

—Es lindo ¿No crees?— Preguntó, siguiendo con la mirada a Marcos quien estaba haciendo un pase a otro compañero. 

— Debí suponer que estamos viendo este partido de fútbol, porque Olivares está jugando. —Dijo Nicolás, achinando sus ojos luchando por ver mejor los jugadores que corrían. — No lo pienses tanto, seguramente estaba drogado o algo.

—¿Desestimas tanto mi belleza?— Preguntó Helen e hizo un ademán de tristeza actuado, pero luego sonrió. — Sólo quisiera entender por qué.

— Le pregunté a mi hermana y estaba tan confundida como nosotros.

—¿Violeta no te dijo nada? — Helen vio la frente de Marcos brillante por el sudor y como su cabello ya estaba humedecido.

Nicolás encogió los hombros y negó con la cabeza.

Marcos parecía una mapa de estrellas, estaba lleno de lunares: sus brazos, su cuello, tal vez dos en su cara. Helen lo había visto un par de veces comprando repuestos de motos en el taller que estaba a unas calles de la floristería donde ella trabajaba los fines de semana. Siempre pareció omitir su presencia, a veces cruzaban miradas en el salón, otras veces en el super y una que otra vez en los pasillos del colegio .

¿Por qué de pronto parecía interesado en ella?

Marcos no era el estudiante modelo del colegio, pero era superior al promedio: buenas calificaciones, sin vicios, amigos normales, apasionado por el fútbol y por el hip-hop. Nunca lo había visto con nadie diferente a Jhon o Violeta. No recordaba si él había tenido novia, por lo que descartó la idea. 

Por un microsegundo, él también la vio y el corazón de Helen de disparó, sin embargo el resplandor del sol no permitió que Marcos la viera en realidad.

—Tiene linda cara. — Comentó Helen.

— ¿Puedes dejar de verlo? — Le reclamó Nicolás, mientras que a su vez su mirada se atascó en la chica que acababa de sentarse en la grada inferior.

—Claro...— Dijo Helen, sonriendo. — Ni me creo que te caiga bien Bratz. Ni has hablado con ella.

— Bratz es un apodo que le queda algo mal. —Dijo él, evitando verla nuevamente. —La hacer ver como una mala persona, engreída o pretenciosa. Me deleito viéndola, pero no pecaré.

—Ver no es pecado. — Aclaró Helen, sintiendo de pronto culpa de ver mucho a Marcos.

—No, pero las intenciones y los pensamientos sí ¿Qué pensaría tu papá si sabe que te gusta Marcos?

— No me gusta Marcos, dije que es lindo. — Resolvió ella muy decidida y dándole un sorbo a su jugo de caja. — ¿También es pecado reconocer la belleza de alguien?

Nicolás escuchó la molestia en la voz de su amiga y decidió dejar de bromear. Sabía que Helen no era tan superficial, era muy inteligente. No podía sencillamente haberse fijado en Marcos porque le habló durante un par de minutos. Helen era curiosa e inocente, la atención de Marcos había perturbado su paz. Su autoestima no era bajo, pero tampoco era el mejor. 

Vio la cara de su amiga y la encontró siguiendo a Marcos con la mirada: Se veía confundida, pensativa. Se preguntó qué pasaría por su cabeza, si estaba meditando, recordando o planeando. Su cicatriz estaba ligeramente enrojecida por el calor y a ella le picaba, por eso se rascaba constantemente. Su cicatriz lucía como la del famoso actor Jason Momoa,  de hecho había visto compañeros quienes se depilaban la ceja así, por lo que la de ella parecía que era hecha a propósito.

Marcos terminó de jugar y para cubrirse del sol, puso una mano en su frente y buscó algo a la distancia hasta que su mirada se pausó en ellos dos. Desde allá se pudo ver que sonrió y saludó con su mano, pero fue Bratz quien respondió el saludo.

¿La saludó a ella o a Helen?

Esa pregunta ni pasaba por la cabeza de la última, ella ahora veía a Jhon que estaba detrás de Marcos. Jhon tenía un tatuaje en la cara anterior de la pantorrilla, era como una serpiente o algo parecido, pero no entendía para qué servían los tatuajes o porque alguien querría llevar uno, lo que te gustaba hoy ya no te gustaría en dos meses ¿Cómo podrías llevar algo para siempre y siempre gustarte? Parecía imposible de entender.

Marcos arrugó la frente cuando vio que Bratz respondió el saludo, pero Helen parecía verle directamente a los ojos sin producir ninguna expresión, parecía molesta. De pronto Heidy entró en escena y se sentó junto a Helen y entonces Jhon se inclinó cerca de él y dijo:

— Creo que le gusto a Heidy.





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