02 | Primeras impresiones.

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Jhon había estado echando miradas furtivas con Violeta mientras Marcos revisaba las notificaciones de su celular. Se veía tan tranquilo, como si no acabara de presentarse a una chica como un niño de cinco años que es obligado a saludar.

Jhon fue quien se aclaró la garganta y peinó su cabello hacia atrás, para interrogar a su amigo.

— ¿Y eso qué fue? 

Marcos levantó la mirada como si se sorprendiera de que le dirigieran la palabra, Violeta denotó en sus ojos inocencia con respecto a la pregunta de su amigo, por lo que se terminó de confundir.

— ¿A qué te refieres? 

— ¿Por qué le hablaste a La monja? — Jhon se desesperó un poco por lo retraído que estaba su amigo, pero corrigió su pregunta — Quiero decir ¿Qué le dijiste? ¿Hay alguna tarea de religión de la que no me acuerde?

Marcos bloqueó su teléfono y lo guardó en su bolsillo delantero. Había mencionado el mismo apodo que Helen dijo anteriormente. Si Jhon lo sabía ¿Por qué él no?

— ¿Por qué le dicen La monja? Realmente no entiendo — Ignoró las preguntas y buscó rápidamente una opción a sus preguntas. — ¿Estuvo en un convento o algo así?

Jhon le dio nuevamente una mirada a Violeta quien tenía cómodamente sus botas sobre la silla delantera, pero las bajó de un momento a otro y se irguió sobre la silla.

— ¿Estás tonto hoy o qué te pasa? — Espetó Violeta, quien hacía alusión cercana a su nombre con el tinte púrpura de su cabello. — Es evangélica y te lo voy a decir ya porque me vas a matar donde sigas tan distraído.

— ¿Evangélica?

— ¡Marcos te estás ganando un puñetazo! 

— Bueno ya, lo siento. — Marcos rió, mientras Violeta le golpeaba en la cabeza — Sí estoy algo ido, Helen absorbió toda mi atención.

— ¿Te gusta La monja? — Su amiga parecía desorientada. Marcos le dedicó una mirada de desaprobación y ella alzó ambas manos disculpándose. — Es que no tiene sentido que le ignoraras por tres años y hoy de repente te paraste a decirle que la amabas.

— No tiene sentido ¿Cierto? Pero es que recién hace un momento me di cuenta que es hermosa.

— Ten cuidado con esas así — Aconsejó Jhon, robándole a Violeta un dulce que ella estaba sacando de su mochila — Esa secta es un tanto rarilla.

— Amo a mi hermanito, — Empezó Violeta — pero su grupo sí que es bastante extraño. Sólo conozco a Helen, Nicolás y Heidy, la prima de Helen. Claro que hay muchos más, pero están en grados inferiores.

—¿Secta? ¿Acaso el evangelismo no es una religión? —Se extrañó Mark, mirando hacia el pasillo donde Helen se había ido.

— Se creen superiores, es como que ellos lo saben todo y tú eres un pobre idiota. — Puntualizó Jhon, en su tono de voz se  indicaba un ligero repudio — ¿Y qué me dices de su ley del yugo...?

— ¡Desigual! — Completó Violeta subiendo un poco la voz, Jhon chasqueó los dedos. —¡Ese es de los mejores!

— ¿Yugo desigual? ¿Qué es eso? —Marcos se interesó un poco más.

— Eso de que ellos no pueden tener una relación con nadie que no crea las mismas cosas que ellos. — Explicó, recogiendo sus libros junto con Jhon listos para ir a clase. —Son un poco discriminatorios, supongo.

— Y una vez que te enredas en sus cosas, ya no escapas jamás. — Advirtió su amigo.

— Si aceptas, te esperan pantalones cakie, corbatas y zapatos negros brillantes.

— Nicolás no viste así. —Dijo Marcos, como queriendo procesar toda la información rápidamente.

Violeta rió estruendosamente.

— No, sólo bromeamos con lo de la ropa.

— Pero sólo con eso, el resto es real. — Susurró Jhon, entrando al salón. 

Helen ingresó segundos después. Marcos simplemente no pudo desprender la mirada de ella. Ella parecía bastante desentendida de aquello. Vestía con colores claros, llevaba un vestido sobre las rodillas y tenía una flor sobre su oreja ¿Quién se la había dado? ¿Acaso fue Nicolás? Ella no había negado tener una relación con él y aquello que Violeta había mencionado soportaba la idea. Se descubrió a sí mismo apretando un poco su puño con algo de envidia.


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