Capítulo 5, parte dos: No estamos a la venta.

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Sentí que el mundo se movía en cámara lenta. Quizás me quedé de pie en el umbral del pasillo solo un segundo. O quizás fue toda una eternidad. Pero entonces mi vista cayó sobre un bulto cercano a los pies de Jake.

Era Justin, quien se encontraba en el suelo. Su rostro lleno de hematomas y sangre seca que corría hasta su barbilla. Se veía gravemente herido, inconsciente. No tuve que pensarlo dos veces para saber que el responsable estaba justo frente a mí.

—¡Déjala ir! ¡No puedes llevarte a Julia! ¡Déjala!

La furia me invadió al instante. Armándome de un valor que no sabía que tenía, crucé el pasillo sin titubeos. Mis hermanos me miraron con alivio apenas me notaron, sin embargo, yo estaba concentrada en aquel maldito que se había atrevido a atacar a unos niños indefensos.

—Suelta a mi hermana, maldita escoria —escupí, dándole una patada entre las piernas.

No se esperaba mi ataque. De hecho, ni siquiera había notado mi presencia hasta que el dolor explotó en su cuerpo. Como estaba concentrado gritándole a mi padre, mientras los otros dos lo amedrentaban... No dudé. Había obtenido la ventaja de un ataque sorpresa, pero la sorpresa no duraría mucho. Tomé a Julia por los brazos, arrebatándola del maldito gigante que se encontraba en nuestro hogar.

El golpe lo llevó hasta el suelo, gimoteando por el dolor que le causé. Sentí la mirada matadora de los otros dos sobre mi nuca. Ellos eran más y yo no tenía ni la más remota posibilidad de ganarles.

—¡Jefe! ¿Está bien? —preguntó uno de ellos.

—¿Quiere que me haga cargo?

No iba a quedarme a escuchar su respuesta. Abriendo la puerta de nuestro cuarto, con una patada, dejé a la llorosa Julia sobre la cama y luego volví hacia Justin.

Jake entendió lo que trataba de hacer al instante, por lo que cuando llegué hasta ellos, ya estaba medio trabajo hecho. Así que entre los dos tomamos a un inconsciente Justin por los brazos, haciendo un gran esfuerzo por levantarlo.

—No, yo me voy a encargar de ella.

Cerré la puerta de inmediato, como si eso fuera a protegernos de los hombres que nos acechaban.

—Si Justin despierta —indiqué con seriedad, nerviosa—, salgan por la ventana. No podrás cargarlo y llevarlo muy lejos, Jake no lo intentes. Llama a la policía y bloquea la puerta. No importa lo que escuches. No importa lo que ocurra allá afuera, no salgas.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas y terror. Dejé un beso en la frente de cada uno, una silenciosa despedida.

Todo mi cuerpo temblaba a causa del miedo, pero les sonreí una última vez, confiando en que haría lo posible porque ambos estuvieran a salvo.

—¡Juliette, no salgas! —suplicó Julia—. No puedes.

—Bloqueen en la puerta. Cuídense el uno al otro y por lo que más quieran, no salgan de aquí.

Cerré la puerta, sin esperar su respuesta.

Mi padre me miró con pánico, una silenciosa súplica de auxilio. Tenía rastros de golpes por su rostro. Un ojo hinchado y rastros de sangre. Me acerqué de nuevo hacia ellos, cuando lo único que deseaba era salir corriendo. Quería huir, asegurarme de que Jake podría encargarse de sacar a Justin y a Julia de la casa.

Pero confiaba en él. Si Justin no despertaba, se quedarían encerrados. Y por eso estaba aquí. Para cuidar que nadie intentara cruzar esa puerta.

Una distracción. Un cebo.

Como fuera, tenía que asegurarme de hacer tiempo. Quizás la policía llegara ante la llamada de mis hermanos. Los vecinos de seguro también habían escuchado algo. Todo estaría bien.

Donovan Black (En edición)Onde histórias criam vida. Descubra agora