Capítulo 17

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El rostro de Adrián se ve cerca, muy cerca. Cuando me doy cuenta, no estoy respirando correctamente y mis manos trémulas no paran de moverse. Continuamos sentados en el comedor, solo que el francés ha aproximado su silla a la mía, hasta casi desaparecer el espacio personal.

Su nariz roza la mía y me estremezco. Cierro los ojos y trato de relajarme, realmente quiero esto, aunque es algo demasiado repentino, como para que hubiera planeado con anterioridad una posible acción complementaria.

Cuando siento sus labios en los míos, los entreabro por inercia aunque poco sé cómo debería actuar. Sus movimientos suaves y pausados me van enseñando de a poco la manera de seguir el ritmo, y por primera vez, puedo disfrutar de la suavidad de mi primer beso.

Es tan dulce y delicado que hace que mi corazón golpee dentro de mi pecho con una fuerza que desconocía en él, y esa explosión de nuevos sentimientos se pueden resumir en felicidad.

Cuando nos separamos, mis mejillas se encienden y evito mirarlo a los ojos. Adrián suspira con cansancio y asimilo que tiene un poco de sueño, pero sonríe, algo más que de costumbre, lo que me hace suponer que no soy yo la causa de su agotamiento. Al momento siento como me toma suavemente de las mejillas con ambas manos y deposita un beso sobre mi frente.

—Gracias por estar conmigo, Lena —susurra cerca de mí oído—. Por ahora me gustaría que descanses, pero muero de ganas por hacer muchas cosas contigo.

Lo miro tímidamente sin ser capaz de pronunciar palabra. Él me sonríe tiernamente antes de irse, en el mismo instante en el que le devuelvo la sonrisa a mi modo.

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Querido diario:

Sabes bien que nunca me catalogué como una persona negativa, de todos modos, el amor excesivo por la vida tampoco fue nunca lo mío, hasta esta noche. Justo ahora me proclamo la mujer más feliz del mundo y dudo que alguien pueda quitarme ese título. ¿Acaso puede haber algo más maravilloso que un amor correspondido? Si existe algo como ello, me gustaría saber de qué se trata.

Cuando Irma se hizo novia de Adriano, me alegré sinceramente porque es la primera vez que la noto más interesada que de costumbre, y sobre todo, más seria. Fue interesante observar desde la distancia, el cariño que se profesaban, la dulzura que emanaban, la unión que mostraban, pero esa sensación no puede compararse con el hecho de experimentarse todo aquello en primera persona. Si pude sentir la magia de la existencia con un solo beso, ¿qué me falta por descubrir?

A pesar de los varios honores que he recibido en el transcurso de mi vida, los diplomas, felicitaciones, medallas y quizás un poco más, todos ellos juntos quedan cortos ante lo que siento ahora, todo ello es insuficiente comparado con el bienestar que me produce Adrián, con la alegría que me ha dado al hacerme su novia y ser el dueño de mi primer beso.

Ya no quiero sufrir por la falta que podrían hacer papá y mamá después de su ida. Si esa fue su decisión, yo debería entenderlo, no solo porque ya no los necesito sino porque ya no hacen parte de mi presente, ni ellos, ni cualquier cosa o persona que haga parte de mi pasado y no de mi ahora.

Aún no me siento realizada con lo que tengo a mi favor, pero sí muy inspirada para llegar a ello. Sé que podría ser la mejor en todo lo que me proponga, la mejor en cualquier interés que tenga, la mejor versión de mí misma. ¿Por qué? Por el simple hecho de tener la dicha de tener a Adrián sujetando mi mano, por la alegría que me producirá poder caminar junto a él, por ser, con suerte, la privilegiada y única dueña de su corazón.

AdriánWhere stories live. Discover now