Capítulo 16

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Han pasado casi dos semanas después de aquella trágica noche en la que pensé por un instante que Irma moriría. En el instituto claramente la incapacitaron, pero debe ingresar a estudiar normalmente desde la otra semana.

Me ha sorprendido un poco lo feliz que ha estado últimamente, como si de repente ese accidente le hubiera enseñando a apreciar muchas cosas. Sinceramente me alegro por ella, es una gran chica y se merece todo lo bueno que pueda pasarle, pero sobre todo, me alegra que su mente de niña malcriada haya evolucionado.

También la he extrañado bastante en el instituto. De repente tuve que admitir que estar siempre sola es triste y aburrido, de hecho, he tenido que compartir todos mis descansos junto a Bernardo para no sentirme tan terrible, como ahora.

—Es una pena que culminemos con los estudios este año —comenta Bernardo cabizbajo—, después será más difícil que podamos reunirnos a tomar algo.

—Seguro conocerás nueva gente y el instituto ya no te importará —afirmo muy convencida.

—Quizá, pero me gustaría dejarte un espacio en mi vida todavía.

Río falsamente evitando decir cualquier cosa. Bebo un sorbo de mi jugo en caja, mientras me quejo mentalmente por la creación innecesaria de tanto popote. El clima es cálido y afuera de la tienda, se ve la gente pasar. Solo deseo volver al salón y concentrarme en mi programación; el videojuego que estoy realizando ya está en sus últimas retocadas.

—¿Recuerdas a Adrien Leroy, el francés que robó el banco de Nitixis? —cuestiona Bernardo, mirando su celular—. Pues parece que los investigadores del caso suponen que el tipo pudo haber escapado a Latinoamérica. ¿No crees que es demasiado sospechoso?

—Creo que eres muy extremista —expongo con simpleza, mi ánimo no está en el punto exacto de energía positiva, como para realizar un debate con él justo ahora y tolerar sus suposiciones malintencionadas.

—Sé que piensas que soy un envidioso —insiste con perspicacia—, pero es que sé que ese francés no es de fiar. A leguas se nota que algo oculta.

—Y si así fuera, ¿A ti en qué te incumbe? —alego ya un poco molesta.

—¡Por Dios, Lena! ¿En serio no te da vergüenza ser amiga de alguien así?

—Primero que todo, ese hombre del que hablas no tiene nada que ver con Adrián, y segundo, es mi problema saber con quién debo estar y con quién no.

Enfadada, me levanto de la mesa y sin decir nada más, me marcho. Unos minutos después, me doy cuenta de lo grosera que me he comportado, no obstante, no puedo sentirme culpable cuando bien sé que su único interés es el de separarme de Adrián.

En cuanto las clases terminan, salgo disparada de allí. Una vez afuera, Adrián y Cristóbal me esperan con cierto entusiasmo, uno del que no logro contagiarme del todo.

Desde que se presentó el accidente, evidentemente Irma no ha podido volver a clases de piano, y Adriano ha preferido acompañarla por lo que tampoco se ha presentado.

—Ojalá Irmita se recupere pronto —apunta mi hermano con voz apagada en lo que llegamos al salón—, nadie toca el piano tan mal como ella, ya no hay diversión en este lugar.

—¿Quién diablos te ha enseñado a ser tan odioso? —resuello con mala cara.

—Solo soy realista —su arrogancia es lo más detestable que podría presenciar en este día. ¿Desde cuándo se ha vuelto así?

Cristóbal corre en dirección de la maestra Pilar, quien lo saluda con una sonrisa.

—Es solo un niño —lo defiende Adrián con un puchero inocente—, le falta vivir muchas cosas.

AdriánWhere stories live. Discover now