Capítulo 15

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Abro los ojos con esfuerzo y lo primero que veo, es el techo de una habitación que no distingo. El cuerpo me duele de forma exagerada y siento náuseas. Muevo la cabeza unos centímetros y me arrepiento instantáneamente de hacerlo, el dolor es tan grande que quiero llorar.

—Qué bueno que despiertas —reconozco bien esa voz, de hecho, sería la última voz que olvidaría mi cerebro si tuviera que hacerlo—. Tuve miedo de que murieras.

Escuchar sus palabras me producen una profunda ternura. Lastimosamente, ese sentimiento es reemplazado por una honda tristeza que me embarga de pronto, al recordar lo que me tiene en esta camilla de un hospital privado. Mis ojos se inundan de agua salada hasta que llorar, es el único consuelo que me queda.

Adrián me acaricia la cabeza en silencio, dándome mi espacio para lloriquear y sentirme mejor, así que lo hago por unos minutos, quizá más de los que él francés debería soportar.

—¿Cómo está Irma? —pregunto de repente con exaltación, como si hasta ahora, mi egoísmo individualista me permitiera pensar por fin en ella y en lo que sufrió, que sin lugar a dudas, tuvo que ser peor comparado con mi experiencia.

—Ella está bien —musita Adrián, procurando calmar mi repentino ataque de ansiedad—. Es cierto que se estaba desangrando demasiado anoche que la trajimos al hospital, pero llegamos a tiempo para que le hicieran una transfusión de sangre.

—Y su... —me callo de golpe. ¿Debería hablar de eso? Por ahora solo es algo que las dos sabemos y empiezo a dudar si debería hablar de ello o no.

—Su bebé se encuentra bien. Por suerte solo tiene dos semanas y las cortaduras no tocaron ningún lugar vital de su cuerpo.

Me quedo sin palabras. Debí suponer que le realizarían algún exámen que revelaría ese hecho. Me siento bien de que su bebé no haya muerto por causas externas a su decisión, y sobre todo, que ella se encuentre bien.

—Cuando vi su celular cerca a mí —empiezo a hablar con voz débil—, lo único que pude pensar fue en Adriano. No pude pensar en la policía primero, o en urgencias; tal vez porque inconscientemente supuse que no le darían la misma prioridad a Irma que sí le daría su novio.

—Hiciste bien —suspira Adrián con el cansancio reflejado en su rostro—. Lo que realmente hiciste mal fue merodear a esas horas en la calle.

—Lo sé —reconozco que tiene razón y me siento culpable—. Solo quería que Irma se sintiera bien, pero... Sé que hice mal.

—Hicieron mal... Aunque ya no tiene fundamento hablar de eso. Solo te lo digo para que lo tengas en cuenta una próxima vez.

Asiento suavemente. En ese momento, aparece una enfermera con el desayuno. Adrián me ayuda a incorporar y tengo que morderme los labios para no gritar del dolor.

—Te voy a aplicar un poco de ibuprofeno para aliviar el dolor —explica la enfermera mientras inyecta el medicamento en el suero que va conectado a mí sangre por medio de una aguja y una larga y delgada manguera—. En horas de la tarde ya el doctor te dará de alta.

—¿Y mi amiga? —pregunto.

—Ella está bien —responde la enfermera, sabiendo de antemano a quién me refiero—, pero tendrá que quedarse unos dos o tres días más para que sus heridas sanen mejor.

La enfermera sale de la habitación y vuelvo a sentirme triste y culpable.

—Me gustaría poder ver a Irma —comento en voz baja, aunque es más una petición que otra cosa.

—Por ahora desayuna y cuida de ti misma —Adrián coloca suavemente sus manos sobre mis hombros y sonríe—. Ya cuando te den de alta y te sientas mejor, te acompaño para que puedas verla. Por ahora debes saber que a Irma no le falta nada, mi hermano está super pendiente de ella.

AdriánWhere stories live. Discover now