CAPÍTULO VIII (LOVERS ROCK)

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Me encuentro ante el espejo, aplicando con precaución un toque de labial rosado en mis labios. Esta acción me hace sentir como si estuviera haciendo algo incorrecto. No le mencioné a mi tía que estaría con Eddie, Diane tampoco tiene conocimiento de ello. Acepté ir con él principalmente porque Noah no estaría presente. En cierto sentido, Eddie se había convertido en mi pequeño secreto, uno que podría poner en riesgo mi relación de confianza con Olivia y, quizás, una futura relación con Noah.

—Qué guapa —halagó Olivia en cuanto me vio descender las escaleras. 

—Gracias.

 —¿A qué hora planeas volver? —preguntó. Olivia cerró el libro que estaba leyendo antes y lo dejó sobre el sofá a su lado.

 —No muy tarde —respondí brevemente.

 —¿Quieres que te espere despierta? —propuso amablemente, pero rechacé su oferta. 

—No es necesario, tía. Tomé mi pequeña bolsa y salí de casa.

Nunca habría imaginado que Eddie viviera tan cerca de mí. Era casi la misma distancia que tenía que recorrer para ir al trabajo, pero en la dirección opuesta. Estaba a solo unos metros de su casa, y desde donde me encontraba, podía ver su silueta. Estaba apoyado en su camioneta mientras fumaba un cigarrillo.

—Hola —saludé, y él empezó a mover las manos en el aire para disipar el humo. Era evidente que estaba fumando, pero este cigarrillo tenía un aroma muy peculiar. —Vamos adentro —me invitó, y comenzó a dirigirse hacia la entrada de su casa.

La propiedad de los Hudson es un lugar encantador. La casa de dos pisos es de un blanco inmaculado, completamente cubierta por enredaderas verdes. Al entrar, pude apreciar una serie de cuadros con fotos familiares. En uno de ellos, logré distinguir a Noah, y para ser sincera, no ha cambiado mucho.

Eddie se volvió hacia mí con una sonrisa amigable. 

—¿Quieres tomar algo? —me invitó, y asentí con un leve movimiento de cabeza. Mientras se alejaba por el pasillo, añadió —¿Te gusta la coca cola de cereza?

—Sí —respondí en voz alta para asegurarme de que pudiera escucharme.

Aún no podía creer que hubiera aceptado su invitación. Ahora me encontraba sentada en su sofá, esperando a que regresara con un vaso de coca cola de cereza.

Finalmente, Eddie regresó y me entregó el vaso antes de sentarse junto a mí. Di un sorbo al delicioso líquido de cereza, disfrutando de su sabor único. Eddie no apartaba los ojos de mí, lo que empezaba a ponerme nerviosa. Estaba segura de que mis mejillas debían de estar sonrojadas. Él se recargó en el sofá, cruzando los brazos, mientras yo intentaba encontrar una posición cómoda. Me sentía como si estuviera en la cuerda floja, tomando la coca cola de cereza como si fuera agua, todo mientras él me observaba fijamente.

Tratando de romper el hielo, dije —Tienes una casa muy bonita.

—Es de mi tía —respondió Eddie con una leve sonrisa para luego cambiar de tema —¿Trajiste tu música?

—Sí, la tengo aquí —asentí, aliviada de que también quisiera escuchar música. 

—Perfecto. Voy a buscar el adaptador y los auriculares —anunció Eddie mientras se levantaba y se dirigía al mismo pasillo del que había salido segundos antes.

Mientras esperaba a que regresara, revisé mi teléfono. Había un mensaje de Eren que, aparentemente, me había enviado a las nueve de la mañana, contándome sobre un extraño sueño que había tenido. Decidí cerrar el chat y responder más tarde. Me aseguré de tener la lista de reproducción lista y, justo en ese momento, Eddie regresó.

Mi verano en Australia [YA EN FÍSICO]Where stories live. Discover now