Capítulo Veinte

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Los primeros días después del parto fueron los más duros y a la vez más rápidos que han pasado en la vida de Harry. Sirius estaba despierto la mayor parte del día con él, mientras que Remus estaba despierto la mayor parte de la noche con él. Nunca estaba solo y nunca se esperaba que cargara a las niñas más tiempo del que necesitaba o quería. Remus era especialmente bueno en saber cuándo Harry necesitaba absolutamente su propio espacio de nuevo. Sirius a menudo salía de la habitación para informarse de todo lo que ocurría fuera de la suite familiar o uno de sus padres entraba con novedades.

—¿Qué quieres decir con que se ha ido? —preguntó Harry, volviéndose para mirar a su padre mientras sostenía a una bebé en brazos—. Es Dumbledore, no puede desaparecer sin que alguien se dé cuenta.

—No sé qué más decirte Harry, se ha ido al igual que más de diez nombres que teníamos apuntados como fanáticos de Dumbledore. También se ha dicho que algunos hombres de tu antigua manada han dejado sus nuevas manadas en medio de la noche hace dos días. A los vecinos de tus padres adoptivos les han borrado la memoria y su casa de Italia está abandonada.

—Genial, ¿y ahora qué? —preguntó Harry—. ¡¿Vivimos con miedo el resto de nuestras vidas?!

—No, por supuesto que no. Seguimos con el plan, tomamos el comité que formamos con nuestros líderes y políticos de cada raza y vamos al Ministerio. Hacemos lo que dijimos que haríamos.

—¡¿Cómo?!

—Harry, sin Dumbledore ni sus seguidores podemos aportar pruebas sin miedo a que el Wizengamot se deje sobornar o influenciar por Dumbledore y sus compinches —cortó Sirius con suavidad. Harry suspiró, apartando la mirada de ellos—. Estará bien.

—Sí, ya lo hemos dicho antes, ¿no? Ahora mira... Ariel está dormida veinte horas del día y Charlie no se ha despertado.

—Pero lo hará. Se recuperará completamente...

—Sin un brazo. Se recuperará completamente sin un brazo y sólo físicamente, porque créeme, mentalmente... no.

—Recibirá ayuda.

—Recibirá medicación, quieres decir —Harry puso los ojos en blanco, negando con la cabeza.

—Está claro que hoy estás de mal humor. ¿Quieres hablar de ello o simplemente desquitarte con nosotros todo el día? —preguntó Sirius.

—Lo de desquitarme con ustedes me parece una idea maravillosa, la verdad —se burló Harry antes de darse la vuelta y sentarse en el borde de la cama donde Remus seguía dormido con una burbuja de privacidad a su alrededor para que no lo despertaran.

Harry apoyó los codos en las rodillas y apoyó la cabeza en las manos, respirando profundamente cuando sintió que Sirius se movía para sentarse a su lado. Su cuerpo se estremeció y sus sentidos se dispararon al sentir que Sirius y la niña en sus brazos lo estaban asfixiando físicamente antes de tocarlo. Sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas mientras respiraba con dificultad y luego la mano que debía ser reconfortante en su espalda se sintió como si lo rodeara, agobiándolo con todo el peso de su cuerpo.

Harry se levantó de golpe y se abrazó a sí mismo mientras se dirigía a la cama vacía, sintiendo ya sus lágrimas caer porque quería que Sirius lo abrazara y lo consolara. Necesitaba a Sirius y a Remus, pero no podía y eso le irritaba.

—Harry...

—Voy a tomar un baño y cuando eso termine, les daré de comer luego quiero dormir un poco antes de tener que lidiar con todo esto de nuevo —Harry se paró y se dirigió directamente al baño sin mirar atrás. Sólo cuando estuvo a salvo en la bañera llena de agua caliente se permitió llorar de nuevo.

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