Como cenicienta

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Capítulo 55: Como cenicienta

Dicen por ahí que el tiempo es subjetivo. No es lo mismo estar estudiando en la universidad, que compartiendo un rato bonito en el cumpleaños del cachorrito que adoptaste.

No entiendo por qué, pero hay ocasiones en las que percibo los momentos más lentos de la cuenta. Estar aquí, viendo como todos sonríen mientras que rodean a Ra para cantarle feliz cumpleaños, me hace tener un inusual sentimiento de... No sé, ¿extrañez?

El niño no para de moverse en mis brazos. Un solo descuido mío y él terminará por meter su pequeño puño en el centro del bizcocho que tanto le costó al pastelero hacer debido a que ninguna versión me convencía en lo absoluto. Quería que todo fuese tan perfecto que estoy segura de que le provoqué traumas al pobre hombre, junto a sus hijos que crecerán recordando a la intensa mujer que no dejó en paz a su papá hasta que terminó el encargo.

Sí, admito que soy otra persona cuando me obsesiono con algo.

¿Para qué negarlo?

—¡Ah!— digamos que contrario a mí, no le gusta mucho la atención —¡Cocho!— señala el pastel como si en esos dos años que ha vivido, no hubiera comido nunca —¡Eso, eso!— insiste abriendo y cerrando su puño —¡Mami, eso!

—¡Ay!, estate quieto para la foto— le digo con varias muecas, Imri que está a mi lado, nada más se limita a sonreír lo que no ayuda mucho —Espera a que te canten cumpleaños.

—Aaah...

¡¿Eh?! ¿Cómo que va a llorar? ¡Piensa sabotear su propio cumpleaños!

—Mejor terminar rápido con esto— comenta su papá tomándolo —Oye, no llores. No te van a dejar sin bizcocho— me ofende que me haga esto, ¡a mí!

—¡¿Cómo era la canción?!— Clama Marien con un aplauso —¡Te celebro tu cumpleaños, tan pronto viva somar el sol...!

¿El qué? Ay, mejor cantar la clásica.

—Eh, Eh— interrumpe Ariangely —¡Cumpleaños feliz!— grita a risas.

¿Cómo es eso de que tanto el lado humano como el lobuno no sabe cantar una canción de cumpleaños? ¿Es en serio?

—Mejor hacerlo bien— dice papá, empezando a cantar. Por debajo, animo a Imri a hacer lo mismo a punta de codeos, que no se quede atrás.

Y así todos recitamos la canción. Uno más desafinados que otros, pero lo importante es que aunque Ra no entendiera por qué estábamos haciendo eso, el niño recibió su tan deseada rebanada de bizcocho. Sí, es tan genial ser pequeño y tener como pensamientos: «¿cuándo me van a dar de comer?» «¿Acaso me dejaran morir de hambre?» «¡Voy a llorar!».

—Da-me— pide. No, ordena mientras que está sentado en mi regazo. Nosotros estamos en el sofá a la vez que Imri platica no sé qué cosas con Fabio, como el último es de lo más gestual, tengo una idea del tema que están tratando. Oh, sí, el movimiento de sus labios y sus acciones me dicen que conversan sobre... ¿De qué están hablando? —¡Ah!— uy, Ra es demasiado impaciente.

—Aquí tienes— se la doy haciendo de avioncito —¿Quién es el inquieto de mami?— sonrío jugueteando con su nariz —No te dejaré morir de hambre, mi bebito lindo, solo que mami estaba averiguando algo.

—Interesante— escucho la voz de Pato detrás de mis espaldas —Sería divertido hacerte una grabación y enviársela a tú yo del pasado— comenta sentándose al lado de mí —Increíblemente divertido.

—Lo bueno es que los viajes en el tiempo no existen. ¿Te imaginas viajando a través de las líneas alternativas?

—No sería tan malo, ¡tengo ideas visionarias!— levanta ambos pulgares —Imagina un mundo en el que andar desnudo fuera legal.

Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?Where stories live. Discover now