Observé el cielo nocturno que se contemplaba nublado

16K 1.5K 387
                                    

Capítulo 53: Observé el cielo nocturno que se contemplaba nublado

Imri.

Nunca me había detenido a pensar en la relación que tengo con Onil. Viéndolo desde la perspectiva de alguien que no nos conoce, es como si ni siquiera fuéramos hermanos a pesar de haber compartido el mismo día de nacimiento.

Por lo regular, los lobos que nacen en la misma camada tienen una relación diferente a las demás; no digo que existan preferencias entre nosotros, sino que los lazos son un poco más grandes. Así como un cachorro puede reconocer las voces de sus padres al nacer, nosotros podemos sentir a la persona que nos acompañó desde antes del inicio de nuestra existencia.

Yo nací junto a Onil y Breilin. Antes de que sucediera todo, mi relación con la última no era para nada mala, inclusive, cuando éramos niños, estábamos juntos la mayor parte del tiempo.

Ahora, Onil y yo nunca fuimos tan cercanos, es más, él no lo era ni es con casi nadie.

—¿Qué se cree esa mujercita tuya como para darme órdenes?— se ha estado quejando en todo el camino, a pesar de que, a fin de cuentas, terminó haciéndole caso.

—Se llama Lúa— contesto rodando los ojos.

Hace un par de minutos que salimos de casa y esta fue la primera vez que le respondí, el hombre no ha dejado de refunfuñar entredientes por lo que escucharlo, no podría ser más fastidioso.

—¿Y a mí qué? Se puede llamar Onil y ni así me va a importar— rechista con la frente arrugada.

Prácticamente, le prometí a Lúa que intentaría hablar con él, ¿pero cómo hacerlo? ¿Qué temas puedes tratar con alguien que no quiere saber nada de ti? No comprendo.

Así que, nosotros seguimos caminando por las calles solitarias de la ciudad. Es impresionante cómo a estas horas no hay casi nadie por el alrededor. En la autopista se observan varios vehículos pasar enfrente de nosotros.

—Dime la verdad, ¿qué es lo que quiere?— se detiene mirándome a los ojos. Tengo dos opciones: hablarle con la verdad o evadirlo —No soy idiota, ¿mandarme a comprar hielo? Por favor, para eso estaba Rem.

Pobre de él, Onil lo ha de tratar como su sirviente.

—Si tan interesado estás en saber la verdad, te la diré— suspiro. No tengo razones para engañarlo, no ganaré nada con eso —Lúa quiso que tú y yo fuéramos a comprar hielo para que compartamos un rato juntos.

Umh, era mejor no decirle nada.

La cara que puso Onil no tiene comparación; con sorpresa, abrió los ojos y arrugó el entrecejo. Cada expresión en su rostro me indicaba una sola cosa: horror.

La ingenuidad que Lúa muestra frente a la situación, no le permite ver que es imposible que entre él y yo haya alguna muestra de amistad o tan sola simpatía.

—Debes estar bromeando— es increíble la cantidad de segundos que tuvieron que pasar para que él dijera algo.

—Ella cree que podemos hacer las paces— vuelvo y suspiro —No te voy a pedir perdón, no por enésima vez, lo único que quiero es que no nos llevemos tan mal.

—¿Piensas que lo que me hiciste se va a solucionar con un montón de palabrerías?— se acerca con el ceño fruncido —¡Tú me desfiguraste la cara, te fuiste y luego regresaste pensando que con un «lo siento» se resolvería todo!

—¿Y qué debía hacer?— es cierto que Onil quiere algo, el punto es saber el qué —¡¿Qué querías que hiciera?!

—No me hagas perder el tiempo— dispuesto a evadirme, él da media vuelta de camino a casa.

Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?Where stories live. Discover now