¡El papá del niño lobo me quiere matar!

51K 4.7K 1.7K
                                    

Capítulo 3: ¡El papá del niño lobo me quiere matar!

En toda la noche no le quité los ojos de encima al niño; bueno, si dormí pero no a gusto o a pierna suelta como me hubiese encantado.

¡¿Cómo es que un niño aparentemente inocente tiene cola de perro?! O de lobo viéndola bien.

¿Acaso se trata de un muy extraño e ilegal experimento secreto? ¿Un híbrido mutado genéticamente por un científico loco?

O... un hombre lobo.

¡Tengo a un hombre lobo en mi cama!

Aunque en este caso sería más bien a un niño lobo.

Desde que salí de la cama, me senté en una silla a esperar a que esa pequeña y adorable criatura despertara, mi tarea hubiera sido más sencilla si mientras estuviera dormido no hiciera tantas caras graciosas que me provocan risa hasta el punto de quitarle seriedad al momento.

Si por lo menos hablara fuera un éxito, ¡que formule oraciones coherentes por una buena vez!

Le preguntaría por su nombre, su procedencia y la pregunta más importante de todas, qué es.

—Umh— gimotea entreabriendo los ojos, enseguida me puse de pie previendo que me ataque o algo así, con esa cola puedo esperar lo peor.

El lobito poco a poco se sienta en la cama y sorprendiéndome de inmediato comienza a sacudirse como lo haría un perro acabado de despertar, en lo que él hacía eso su cola desapareció tal y como apareció: de un abrir y cerrar de ojos.

—Niño— le llamo horripilada mientras que él intenta bajarse de la cama cosa que consigue con facilidad —¿Qué eres...?

—¡Ah!— sonríe caminando hacía mí pero yo en cambio retrocedo con temor.

—No, no, ¡quédate para allá!— huyo asustada —¡Detente ahí!

—¿Umh?— da un paso para delante y yo para atrás —¡Ah!— tomándose la situación como un juego, salta con una sonrisa dando otro paso, como es obvio, retrocedo sin disimulo.

—¡Q-Quédate ahí!— le pido casi a ruegos pero él con una sonrisa traviesa se sigue acercando a pasos de pingüino —¡Lobito, no!

Mientras yo retrocedo, se acerca más y más hasta acorralarme contra la pared.

—¡Ah!— grita abrazándome de repente, él es tan pequeño que aún le faltan años para llegar tan siquiera a mi cintura, me queda un poquito más arriba de las rodillas.

—Alguien como tú no puede ser un monstruo malvado— me pongo de cuclillas para verle mejor, esa cara es demasiado dulce como para que se trate de un devorador de personas —¿Cómo es eso que tienes cola, pequeño? Eres un lobo, ¿verdad?

—Grr— gruñe riendo —Lobo.

Qué tonta me veo temiendo de un niño, por Dios, nada más hay que verlo.

A los que tengo que temerle es a sus padres lobos, porque de un par de humanos es seguro que no salió, no señor.

Dios, ¿en qué me metí? Si él es un lobo y estaba en el bosque, puede que lo estén buscando.

Debería llevarlo al bosque, eso tengo que hacer.

—¡Oye!— le llamo viendo como Lobito intenta subirse en la mesa de mi escritorio, para evitar que se golpeé, lo tomo entre mis brazos y lo siento en la cama —Si eres tan activo también deberías serlo para hablar con coherencia— refunfuño pero él me mira confundido. Lo malo de tener niños de su edad es esto, es como hablar con una pared —Primero lo primero, te tienes que aprender mi nombre, ¿de acuerdo?— finjo verlo asentir con la cabeza —Bien, repite conmigo: Lúa— se queda callado mirando a otro lado, está concentrado en lo que hay encima de mi escritorio —Lúa— repito obstruyendo su campo de visión con mi rostro.

Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora