T r e i n t a y d o s.

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Harry.

Todo mundo cree que el amor se da fácil, que después de una confesión de amor todo será felicidad y sonrisas. La cruda realidad no es así. En muchas ocasiones, el amor que se siente por alguien no es suficiente para mantener una relación estable y feliz por el resto de la eternidad. Es por eso que a lo largo de nuestras vidas podemos querer a muchas personas, ser lastimados, recuperarnos y volver a intentarlo. Aunque, claro, existe ese amor de nuestras vidas que nunca se olvida y una que otra persona que te deja un recuerdo imposible de borrar sin importar que esa etapa haya sido superada.

Yo me he enamorado antes y lo he echado a perder muchas veces, sigo siendo un chico normal de veintiún años que comete errores, uno tras otro.

Esta ocasión estuve a punto de arruinarlo de nuevo porque como siempre, las inseguridades, los miedos y desconfianza se inmiscuyen en los pensamientos y el amor que se siente no es suficiente para que todo el mundo lo sepa.

¿Por qué dije todas esas tonterías? La realidad es que ni siquiera yo lo sabía. Me comporté como un pequeño niño malcriado que se frustró tanto por no tener lo que quería que casi lo perdió por completo. Hice de todo, a excepción de lo que en realidad debí haber hecho; decirle a Eleanor ahí mismo todo lo que yo sentía por ella.

Decirle que me parecía una chica bonita, inteligente, divertida y que ciertamente, la atracción existió desde un principio. Pero ¿qué puedo hacer? En ocasiones soy un chico estúpido que hace lo contrario a lo que debe.

Saber que ahora ella estaba consciente de todos mis sentimientos y que, al mismo tiempo, eran correspondidos por ella, me tranquilizó y me puso la sonrisa más grande en el rostro.

Tenía muchísimo tiempo sin sentirme así, como un chico completamente perdido por el pensamiento de esa chica hermosa. Me sorprendí esperando una llamada o un mensaje de ella, añorando el próximo momento en que pudiese tenerla entre mis brazos y queriendo besarla hasta que los labios me dolieran. Me gustaba tanto. La quería tanto.

- ¿Harry? ¿Sigues ahí? - la voz através de la línea me volvió a la realidad de mi ensoñación. - ¡Harold Talbot!

-Ya, ya, Jude, aquí sigo.

- ¿Acaso has puesto atención a algo de lo que he dicho?

-Claro. - aparté un poco el móvil de mi oreja y dejé escapar una risa. -Me decías que ya debes colgar porque tienes cosas que hacer.

- ¡Oh tú pequeño pedazo de mier-

Corté la llamada antes de que Jude puediese insultarme por los siguientes sesenta minutos. Dejé el móvil sobre la encimera en la cocina y me dispuse a prepararme algo de comer. La casa se sentía sola, el silencio reinaba. Ahora me era díficil acostumbrarme a la tranquilidad de mi casa después de meses de idas y venidas en la gira, rodeado de gente y sin un minuto de descanso. El último concierto en la Arena O2 fue aquella noche y simplemente, el silencio me parecía ajeno y extraño.

El reloj marcaba la una y doce de la madrugada. Seguía riéndome por la llamada de Jude, por alguna razón extraña el hombre quería que lo acompañara en la línea durante el resto de su viaje a Manchester, donde visitaría a Lisa, su novia, los siguientes días.

¿Quién en su sano juicio tomaba un vuelo a las dos de la mañana después de haber dado un concierto de dos horas?

Mi télefono volvió a sonar. Jude.

- ¿Qué demonios quieres? - espeté al responder la llamada.

-Ya te lo dije. Sabes que odio esperar en los aeropuertos, el maldito vuelo sale hasta las dos y yo estoy aquí solo como un jodido hongo.

Starstruck | h. s. | a. u. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora