55 - Una Flor llena de espinas

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—¡Venga, chicas! Recibamos a nuestras nuevas compañeras con un fuerte aplauso. —Pero, sin duda, ella es la peor de todas.

Flor, la capitana del equipo. La verdadera flor del jardín. La más deslumbrante entre ellas con diferencia. Una chica de piel, ojos y lacios cabellos de canela que sobresale por encima de las otras. Un rostro de facciones casi simétricas. Dientes perlados. Una sonrisa perfecta y resplandeciente que solo podría superar la de Ani. Un cuerpo espectacular que no destaca por los pequeños pechos que se marcan en su camiseta, pero sí por las idílicas y proporcionadas curvas que se dibujan en sus mallas cortas y ajustadas. Despide una energía tan potente que me hace temblar, en especial cuando se estira la coleta a la vez que exhibe su sonrisa divina y nos posee con su penetrante mirada, sobre todo a Ani. Me genera malestar en el pecho, me fuerza a tragar saliva. En cierto modo, me recuerda a Marta Alonso, pero más desarrollada y no con aquel aspecto de niña raquítica que se quedó grabado en mi retina.

Si tramaran humillarnos, Flor es la cabeza de la serpiente que debo cortar.

Bernarda instruye a Ani sobre el entrenamiento, asegurándole que Flor la asistirá en todo, mientras que a mí me ordena buscar el carro de las pelotas. Aunque indica que podemos acudir a ella e interrumpir su clase con los niños revoltosos en caso de necesitarla, nos deja solas ante el peligro.

***

Me encamino hacia el almacén donde está guardado el material. Cuando una sombra se alza a mis espaldas frente a la puerta, mi mente reproduce una película perturbadora. Las chicas me cubren la cabeza con un saco, me atan y me dejan encerrada aquí toda la noche. Algo semejante espero de ellas si las supuestas bromas macabras se les van de las manos. Al voltear la cara, descubro que el depredador que me acecha es el entrenador.

—Hola, preciosa —me saluda con porte de casanova. De cerca, aprecio mejor su barba perfilada y su pecho de gallo. Intuyo que está en los veinte, puede que próximo a los treinta años.

—Hola. —Le devuelvo el saludo por educación, ya que no me interesa para nada.

—Antes no nos pudimos presentar bien. Soy Juan. —El muy atrevido rodea mi cintura con la mano y me asesta dos besos en las mejillas.

—Laura.

—Lo sé. Bernarda me había hablado sobre las dos monitoras nuevas que tendría para echarle una mano. Habló muy bien de vosotras, pero se le olvidó mencionar lo guapa que eres. Tiene buen gusto escogiendo monitoras. —Ríe como un imbécil. ¿Cree que me ha impresionado con su halago?

—Ah, gracias. Bueno, voy a hacer lo que Bernarda me pidió.

—Es tu primer día. —Juan me apretuja el hombro—. Hoy te echaré una mano yo. Te enseñaré cómo está organizado esto para que te sea más fácil aclararte y mantenerlo igual. —Se adentra conmigo en el almacén, cosa que me inquieta porque desaparecemos del campo visual de los demás—. Todas las colchonetas van apiladas en este lado. Verás que las cestas que hay hasta el rincón son para guardar los diferentes tipos de pelotas. ¿Qué tal se te da jugar con las pelotas? —cuestiona con un tono sugerente y me lanza un balón de voleibol.

—No soy amante del deporte en general —respondo con ingenuidad y echo el balón en el carro.

—Ya. Pues yo te veo bien formada. Eres una belleza por naturaleza y te debes cuidar muy bien. ¿Vas al gym? —No me quita los ojos de encima ni para pasarme más balones. ¡Qué repulsivo!

—No. Oye, gracias, pero puedo seguir sola. Tus niños te deben extrañar.

—Tranquila, no me cuesta nada. Es un gusto servir a una monada como tú. —También tengo que soportar su risa socarrona—. Si quieres tonificar más las piernas y pulir ese cuerpazo para que se mantenga en forma, puedo ser tu entrenador personal —oferta con insinuación—. Por ser a ti, no te cobraría nada, ¡eh! Esto no se lo propongo a cualquiera.

La novia de mi hermano 1 [Disponible en físico + Extras]Where stories live. Discover now