55 - Una Flor llena de espinas

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NOTAS

¡Hola, familia!

A lo mejor no se esperaban esta actualización. Espero que les haya sorprendido. Tenía muchas ganas de llegar a esta parte porque aparece cierto personaje... La semana empieza potente.

¡Feliz lunes! Les deseo una semana intensa, en el buen sentido. ¡Un besote!

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Una Flor llena de espinas

—Habéis llegado un cuarto de hora antes, muy bien. Me gusta vuestra disposición. Seguid así y el castigo se convertirá en recompensa para la nota final. —La profesora Bernarda nos trata con más calidez que en el instituto, como si en este entorno nos dotara de madurez—. Aprovecharé para presentaros el equipo femenino juvenil de voleibol del cual te encargarás, Ana. Tú tranquila, ellas saben lo que tienen que hacer. Y tú, Laura, asistirás recogiendo pelotas y organizando el material. Tampoco te preocupes demasiado, las alumnas suelen ser disciplinadas y dejan las cosas en su sitio —nos advierte.

Iniciamos el recorrido por el interior del polideportivo. El recinto es amplio, ya que cuenta con varias canchas paralelas. Tanto los baños como los despachos y el almacén están ubicados en un lateral. Aun así, el sitio parece minúsculo por la cantidad de niños escandalosos que juegan con las pelotas. Cada uno de ellos equivale a diez pequeños traviesos. Hay más tranquilidad en un avión que atraviesa una turbulencia que aquí. Por suerte, los más ruidosos están concentrados en el fondo del polideportivo. Si me tengo que ocupar de recoger el desastre de esas criaturas de Satán, no tendré ni un respiro para contemplar a Ani.

En la zona más próxima a la entrada, un equipo de fútbol uniformado entrena con algo más de disciplina. Diría que esos son un poco mayores comparados con los otros, de finales de la primaria. Tienen su propio entrenador, un joven musculitos que los mantiene a raya. El área central está ocupada por el equipo femenino de voleibol, el que se supone que asistiremos. Las jugadoras son adolescentes como nosotras, y unas auténticas privilegiadas, pues poseen más espacio que los demás para entrenar.

—¡Juan! ¡Ellas son las nuevas monitoras de las que te hablé! —le vocea Bernarda al entrenador de fútbol, que saluda con la mano desde la distancia y sigue con su actividad.

Luego, la profesora nos presenta al equipo de voleibol, compuesto por diez integrantes. Es entonces cuando se me hace un nudo en la garganta porque siento que Bernarda nos ha metido en un nido de avispas con los aguijones afilados, deseosos de acribillar carne tierna como la nuestra.

Las chicas rondan los dieciocho y diecinueve años de media, y lucen unos cuerpos atléticos a través de sus uniformes. Nos reciben con una mirada de superioridad que nos menosprecia. Prácticamente se ríen con burla de nosotras en nuestra cara. Para ellas debemos ser unas crías. A la mínima oportunidad que tengan, nos ridiculizarán.

Juana parece la más ingenua de ellas porque su mirada se extravía, o puede que seamos tan insignificantes para ella que ni se molesta en prestarnos atención. Lena, la rubia con cara de ángel igual que Estefanía, oculta tras sus ojos de bonachona el veneno que ansía escupirnos. Carla, la otra rubia del equipo, no disimula de la misma manera la recelosa mirada con que perfora a mi Ani. Diana, Lorena y Adriana son un subgrupo, un trío inseparable que aparenta ser honorable como si fueran los tres mosqueteros, pero que, después de endulzarte con su zalamería como Angie, te clavarían el puñal por la espalda antes de llegar al lugar pactado para el duelo. Dayana, Nerea y Mary forman el otro trío inseparable, pero más descarado. Verlas es como ver a las tres perversas amantes de Drácula o a las tres hienas de El rey león, destilando pura maldad con la risita que liberan por lo bajo.

La novia de mi hermano 1 [Disponible en físico + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora