54 - Una nueva amenaza

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—Una mujer de armas tomar. Como debe ser, manzana.

—Ella es de despertar bellas durmientes —intervengo con cierta malicia, y me gano su estupefacta mirada. Ani sabe muy bien a qué me refiero. Hablo nuestro lenguaje, el lenguaje de las amantes en secreto. Me encanta someterla a tensión y ser consciente de que habito en su mente.

—¡Uy! ¡Ya veo! ¡Conque la manzana tiene el papel dominante y el novio, el pasivo! —Ricardo no entiende nuestro idioma, por lo que lo interpreta a su manera.

—Creía que esto era un examen, no un debate de mi vida personal —protesta Ani, arrugando las cejas.

—No te alteres, manzana, que te pondrás roja y apetecible. —Así estuvo ayer para mí, pero me inquieta que Ricardo la mire con ojos depravados.

El profesor sigue repartiendo exámenes hasta rondar el puesto de Mario. El bufón de la corte tuvo agallas para venir al instituto con la cara como una piña. Parece que toda una colmena de avispas se cebó con él. Intuyo que está aquí en contra de su voluntad. Supongo que los padres lo presionaron para que asistiera a clase porque estamos en época de exámenes. Hoy no ha molestado, no ha abierto el pico ni para quejarse del dolor que lo obliga a exhibir esa expresión de estreñido.

—Bromas aparte, recordad que sois compañeros —continúa Ricardo, adoptando un tono serio durante su lección moral—. No recurráis a la violencia cuando disponéis de algo llamado raciocinio. Sois jóvenes y el instinto os traiciona, pero haced un esfuerzo y tirad de las riendas del caballo. Solo tenéis que mirad a Mario para ver el resultado de las malas acciones. —Tiene razón, pero exponer a Mario en el patíbulo no lo humilla como se merece. La ejecución debe ser llevada a cabo. Nadie habla sobre lo que le hizo a Ani. Nadie lo castiga con la dureza apropiada. Él ni siquiera le ha pedido perdón a Ani. Estoy segura de que no ha recapacitado, pero sus días en el instituto están contados.

Ricardo indica que empecemos el examen. Antes de escribir mi nombre, leo las preguntas de un vistazo para hacerme una idea de lo que me espera. En general, es sencillo, tanto que quiero dar rienda suelta al bolígrafo y contestar todo del tirón.

Las palabras me fluyen de tal manera que me absorben, sumiéndome en una burbuja de plena concentración. Al cabo de unos minutos, un resoplido de Ani capta mi atención. De refilón, observo que su examen está en blanco. Cuando empuña el bolígrafo, solo repasa su nombre y, vencida, lo gira en círculos, como una brújula que no encuentra el norte. Así se debe sentir ella cada vez que se restriega la cara y apoya la barbilla en la mano. Su mirada naufraga en medio del océano.

He sido una idiota por no asegurarme de que Ani estuviera preparada para el examen. Me siento hasta culpable de que padezca un bloqueo y de que su carita esté poseída por la frustración. Debí ser consciente de que ella no estudió lo suficiente por lo que hicimos en el sofá. No quiero que suspenda. No quiero verla afligida.

Bajo la privacidad de la mesa, toco su pierna. Cuando percibo de soslayo que ella me mira, le extiendo la hoja con todas las preguntas que he respondido hasta el momento. Ani parece dudar porque no reacciona, así que sutilmente asiento con la cabeza para que acepte mi ayuda. Sonrío aliviada en cuanto comienza a copiar mi examen.

Puede que esta no sea la forma más limpia de demostrar que Ani es una chica brillante, pero está justificada y ella merece una oportunidad. Siempre velaré por su bien.

***

Para cuando el examen concluyó, yo ya lo había entregado hacía unos cuantos minutos. Ani prefirió ser una de las últimas para que no se notara la similitud de nuestras respuestas. Espero que no fuera tan boba como para copiarlas textualmente. Debí hablarle sobre la curiosa técnica de Rodri para copiar que escuché en el baño con Anaïs.

La novia de mi hermano 1 [Disponible en físico + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora