26. De pasteles robados y orquídeas

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Tengo un enorme problema.

No se trata del problema que tuve ayer para dormir; porque estoy segura de que el que mi vecino odioso, ahora reformado en una especie de amigo, me haya utilizado como su peluche personal en cuanto se quedó dormido a mitad de una película sobre un musical no supone ningún problema. Incluso cuando no pude pegar el ojo en toda la noche porque él estaba allí recostado en todo su esplendor sobre mis mantas blancas con flores azules, apretándome contra su cuerpo que parecía un horno; cálido, fuerte, delicioso... y ese no es el punto.

Y sí, tal vez me quedé allí acostada a su lado casi sin respirar porque me daba demasiado miedo de alterar la paz que surcaba su rostro. Sin el familiar ceño fruncido. Con los labios pecaminosos entreabiertos. Con su manos grandes y fuertes sosteniendo mis hombros contra él y haciendo que mi cabeza chocara —muy accidentalmente— con su pecho. Y solo tal vez, cuando se despertó horas después, fingí estar dormida profundamente para no hacerle frente. Porque esto, esta nueva amistad con Parker Holt estaba asustándome hasta la muerte. A mí, a mi cuerpo y a mi alma.

De vuelta al problema... ni siquiera puedo empezar a describir lo molesto que es el sonido de los toques en la puerta. Insistentes, como si alguien estuviera muriendo o algo así. Mi cabeza se levanta de golpe en la almohada y verifico que, en realidad, Arcoíris esta recostado a mi lado sano y salvo. Suelto un suspiro de puro alivio. ¿Quién demonios está muriendo entonces? Me pongo mis pantuflas y bajo las escaleras de dos en dos para llegar más rápido.

Sé que no pueden ser Lila y Jones puesto que esta mañana, después de que he regresado de correr con Arcoíris porque necesitaba conciliar el sueño de alguna manera, me he encontrado con una nota en el refrigerador avisándome que estarían todo el día a Los Ángeles. Fue como recibir un bálsamo sobre la piel quemada por el sol. Entre menos tiempo nos cruzáramos, mejor para ambos. Por otro lado, tampoco puede ser Parker, dado que ya se ha escabullido de mi habitación más temprano y sus cortinas siguen echadas, lo que significa que sigue dormido. O está evitándome. Y Cress... él no ha respondido ninguno de mis mensajes desde ayer. Lo cual es extraño. Pero al bajar y abrir la puerta, no es el rostro de alguno de los gemelos el que me saluda. Ni el de mi familia. Al menos no consanguínea.

Anne permanece sonriente bajo el marco de mi puerta mientras sostiene una cacerola que huele delicioso. Como a su famosa lasaña de pollo. O eso es lo que deduce mi estómago al emitir un gruñido hambriento que nos hace reír a las dos.

—Un pajarito por ahí me dijo que estabas sola en casa —dice la madre de los gemelos—, he pensado que quizá no hayas almorzado aún y me vendría bien un tiempo de chicas.

A mí también me vendría más que bien.

—¿Alguna vez he rechazado un trozo de tu lasaña?

—Cariño ¿Cómo crees que consigo que los hombres en mi casa hagan lo que yo quiero? —bromea.

Nos sentamos a comer en la terraza con el sonido de las olas rompiéndose más allá en la playa. Arcoíris baja un rato después a acompañarnos y a dejar que Anne lo mime como si fuera un cachorro. Perro listo. Termino la comida más rápido de lo esperado y me limpio las manos en mis pantalones de yoga. Sé que me debo de ver fatal. Tomé la siesta justo después de llegar a casa todavía con mi ropa de correr y con la coleta desordenada que no fue capaz de apartar algunos mechones sudados que se me pegaban al cuello. Y al contrario de mi aspecto, Anne se ve pulcra y limpia a mi lado en la silla de madera, su vestido amarillo resalta el gris de sus ojos bajo unas espesas pestañas de las que solo siento una pizca de envidia.

Cress y Parker tienen un poco de su madre. Su sonrisa, que siempre parecía brillar cuando era más pequeña, sigue intacta. Y me recuerda a la sonrisa de Cress; ambos sonríen como si no pudieran evitarlo, sin darse cuenta del efecto que tienen en las personas. Iluminan, básicamente, iluminan todo a su alrededor. En cambio los ojos, aunque todos los Holt tengan el mismo tono grisáceo azulado que parece una pelea entre las nubes y la lluvia, me recuerdan más a Parker. Puede ser por el hecho de que siempre parecen profundos y retraídos; como si tuvieran algo escondido allí, algo que no quieren que nadie sepa.

Entre besos y olas✔️Where stories live. Discover now