Capítulo 17

45 4 0
                                    

Estaba dos meses ya en sesión. Aunque nada parecía funcionar conmigo.

El escritorio estaba completamente acomodado, tuve un tiempo, en la pandemia, que me pintó ser una romántica Taylor Swift y me compré una especie de kit para hacer cartas a mano con sobres decorados y flores. Una ridícula, ya lo sé. No creo haber escrito más de dos cartas y luego sepultar el aparato en cuestión en el último cajón de la cómoda.

Siempre me pareció ridícula la idea de dejar una carta como despedida, hacía todo más dramático e innecesario. O sea, si te vas a matar, matate y listo. ¿Qué tanto vas a avisar? A ver, no juzgo a quien lo haga, pero a mí me parece totalmente inútil. Así que estas no las contaba como despedida, en parte porque todavía no tenía planeado irme, y en otra parte porque eran más una tarea que un escrito por voluntad.

Como ejercicio terapéutico ―que nunca antes había escuchado de su existencia―, la psicóloga me mandó a escribir cosas que sentía sobre ciertas personas a elección. Escritos completamente personales, porque ella me dijo que sólo las leería las que yo quería y si yo se lo permitía. Estaba orientado más a mi desahogo que a sacar información importante. Mucho empeño no le puse tampoco, puesto que si yo sola iba a leerlas, entonces podía guardarme cosas en mis pensamientos porque vivo con ellos. No entendía mucho la finalidad del ejercicio. ¿El hecho de que ninguno de los notificados en las cartas las lea, me permite decir lo que quiera? ¿Por qué no desahogarme en voz alta o frente al espejo?

Comencé con Paula. Le contaba lo maravillosa que era y lo mucho que la quería. También le pedí disculpas por haberme encontrado en la última situación, no es ella la que tendría que haber cargado con eso. Siempre estuvo ahí para mí y ser la madre que nunca tuve, me hubiese encantado ser la hija que nunca tuvo. Cuando la terminé, consideré en entregársela. No me comprometía tanto y nunca me había disculpado apropiadamente por el incidente de la piscina. Iba a ponerla en la pila de cartas que denominé "tal vez entregar".

Seguí con Paco. Después le siguió Cami. Para Marisela también destiné algunas disculpas. Franco tuvo la suya con una playlist aparte con mis canciones favoritas de las que él me hizo escuchar. Mi padre también tuvo la suya, claro, una de las más extensas.

A ella no quise ni gastarle tinta, pero Lucía me dijo que lo intentara. De tantas cosas que tenía para decirle, terminé quedándome muda. Le pedí disculpas, una y otra vez, cansada de intentar caerle bien. La culpaba de todo, y a la vez, la liberaba. Le hice preguntas que espero no tener que escuchar nunca su respuesta. Quiero que sepa que me lastimó, y que también se entere cómo seguí mi vida sin ella. Quiero que, si nunca va a quererme, por lo menos se sienta orgullosa de una desconocida. Y que si yo me muero tampoco va a ser por culpa suya, no le voy a dar el gusto.

El amor no mata, claro, a mí me mató su indiferencia. 

°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

¿Qué les pareció el capítulo? Corto pero conciso, especialmente escrito para entender un poco más a Mía. Los leo <3

Instagram: darling_daydream

TikTok: darling_daydream

Salvando a MíaWhere stories live. Discover now