Capítulo XXVII ¿Aún lo amas?

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Karen~

Unos quejidos tiernos hacen que abra un ojo, luego abro el otro y me encuentro con la grata sorpresa de que mi hijita se ha despertado antes que yo, como es de costumbre.

—Hola, mi amor —digo levantándome un poco y cargando a Silvia.

A pesar que Ellie y Emerson me han dicho que es mejor que Silvia no duerma conmigo en mi cama, yo no he obedecido y desde hace varías semanas comparto cama con mi hija.

—¿Tienes hambre, Silvia? —le pregunto sonriendo deslumbrada por la mirada y la sonrisa que mi hija me da—. Tranquila que aquí está tu leche.

Silvia se alimenta como si no hubiera un mañana. Hay veces que hasta temo por la rapidez en que succiona y come, siento que se puede atragantar o algo por el estilo, pero el doctor Elliot ya me ha asegurado que no hay que preocuparse por la forma tan rápida en la que se alimenta Silvia.

Por lo general, después de alimentarse, Silvia se queda dormida, pero hoy es la excepción y mi hija no se queda dormida.

Me cuesta trabajo, pero logro cambiarle el pañal y la ropa. Cuando termino voy rumbo a la cuna para dejarla ahí, y así yo poder cambiarme. Solo que unos toques a la puerta hacen que cambie el rumbo de la cama a la cuna.

Me quedo sorprendida al ver a mi pequeño sobrino, a su madre y su padre a los cuales desde hace 10 meses que no lo veía.

—¡Karen! —vocifera Candy al verme. Pero al darse cuenta que tengo a Silvia en los brazos, se emociona y se tapa los labios—. ¡Ella es tu bebé!

—¡Tía Karen! —dice Aidan con su vocecita tan dulce y llena de ternura, propia de un niño de su edad—. ¡Te he extrañado mucho!

—¡Así que tienes un mini torbellino! —dice Terry viendo con fascinación a Silvia.

—¡Es preciosa! ¿Me dejas cargarla? —pregunta Candy acercándose a mí por lo que no me queda de otra que dejar que la cargue—. ¡Dios mío, que belleza!

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo es que llegaron? —pregunto después de recuperarme de la impresión de ver a mis amigos después de varios meses—. ¿Cómo has estado mi vida? —le pregunto a Aidan cuando lo cargo para saludarlo—. Cuanto has crecido.

—Llegamos hoy en la mañana —responde Terry quitándome a Aidan de los brazos. Al ver mi cara de descontento añade—: no es bueno que cargues, y Aidan ya pesa mucho. Además quiere conocer a su primita.

Terry lleva a su hijo junto a su madre y Silvia, a ella la mira muy lindo y sonríe  a sus ambos padres, para luego darle un beso en la cabecita de mi bebé.

—¿Y cómo se llama tu hija, Karen? —pregunta Candy viéndome.

—Silvia, ya lo sabes. Te lo dije en la carta que te mande —explico sonriendo.

—¿Cuál carta? —cuestiona Candy sonriendo al igual que yo mientras intercambia miradas entre Silvia y yo.

—¿Cómo que cuál carta? La que te mande a principios de Diciembre —respondo poniéndome algo inquieta observo a Terry y añado—; Tu padre me dijo que ibas a venir para acá, a Inglaterra y no sabías que decirle a Candy. Por eso yo mande una carta para ella, explicando los motivos por lo que le pedí a tus padres y a ti que escondieran el secreto de mi embarazo.

—Discúlpame, Karen. Pero nosotros no recibimos ninguna carta tuya —dice Terry colocando su mano en el hombro de su esposa—. Es más, cuando recién embarcamos yo le conté todo a Candy sobre el secreto de tu embarazo.

—Sí, y aunque al principio lo tome muy mal porque ustedes cuatro no me dijeron sobre tu embarazo —confiesa Candy viéndome—. Mi coraje se ha pasado y al igual que tú, soy madre y haría lo que sea con tal de proteger la vida de mis hijos.

Entre el amor y el deber Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon