Capítulo V Noticia y despedida

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Karen~

—¡Bienvenidos a los rebeldes del san pablo! —les digo a mis mejores amigos cuando están a punto de entrar a su apartamento.

Terry trae en brazos a su esposa como si fuera una novia recién casada a la cuál la tradición romana dice que los malos espíritus la pueden atacar y por eso debe entrar el umbral de su casa en los brazos de su esposo.

—¡Torbellino! —vocifera Terry con una gran sonrisa en su rostro. Creo que tuvo una magnífica luna de miel—. ¡Estoy contento de verte!

—¡Estamos! —corrige Candy con una sonrisa tan espléndida como la de su marido.

—Por supuesto. Yo también estoy contenta de verlos tan unidos —digo sonriendo.

—Ven vamos adentro para que hablemos —propone Candy, pero yo me niego.

—¡Oh no! Ustedes están recién casados y deben de disfrutar al máximo su compañía —sugiero—. Mañana Robert te pondrá mucho trabajo —le digo a Terry—, y lo mismo va para ti Candy así que disfruten lo poco que les queda de la luna de miel.

Me acerco a la puerta de su apartamento y la abro. Cuando los rebeldes pasan a la par mía, les guiñó el ojo al igual que ellos a mí.

En realidad no tenía ganas de hablar con ellos. Por ahora solo quiero llegar a mi cama, tirarme encima de mis cojines, cubrirme con mi manta favorita, abrazar a mi peluche y pensar en un rubio de ojos azules que me está robando poco a poco la cordura.


—Ya les dije que no era necesario —les digo a Candy y Terry quienes me llevan —rastras a un restaurante

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—Ya les dije que no era necesario —les digo a Candy y Terry quienes me llevan —rastras a un restaurante.
—Vamos Karen, tú eres nuestra mejor amiga —dice Terry.

—Sí, además los muchachos se han ido a Chicago —expresa Candy refiriéndose a Stear, Patty, Archie y Annie.

—Menos mal que los muchachos no están, porque si no ni te acordarías de mí —digo con un enojo falso.

—Lo siento yo… —dice Candy. Volteo a verla y me soy cuenta de sus ojos cristalizados.

—Es solo una broma Candy, no es para tanto —interrumpo lo que iba a decir Candy después de verle los ojos. No sé porqué, pero mi amiga está sensible.

Sin hacer más comentarios dejo que los recién casados me guíen a donde quieran. Por suerte es un lugar tranquilo y cálido, un lugar nuevo aquí en New York donde solo sirven hamburguesas.

—Tengo un antojo terrible de hamburguesas —comenta Candy cuando su esposo va hacer el pedido.

—Si pudiera comiera todos los días hamburguesas —le respondo a Candy con una sonrisa y luego algo se me viene a la mente—. Espera un momento, de primero la sensibilidad que tienes y ahora antojos. ¿No será que estás…?

—Alguien más va a venir a comer con nosotros —interrumpe Candy a lo que le iba a preguntar—. Cuando llegue ese alguien les daremos la sorpresa.

Sí, claro una sorpresa que llora, duerme y es adorable. Molestaría a Candy con eso, pero por ahora me interesa más descubrir quién más va a llegar, aunque ya tenga una idea bastante clara de quién es.

Entre el amor y el deber Where stories live. Discover now